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ENCUENTRO CONTINENTAL DE EDUCADORES AGUSTINOS
Lima, 24-28 de Enero, 2005.

Discurso Inaugural

Ponencia:
Interculturalidad y Violencia

Ponencia:
La Interculturalidad Crítica como Proyecto Ético-Político

Ponencia
Riquezas Educativas de la Multiculturalidad

El Proyecto Educativo Agustiniano

Discurso de Clausura

 

ENCUENTRO CONTINENTAL DE EDUCADORES AGUSTINOS


(Hno. Víctor Lozano, coordinador del Area educativa de OALA)

Desde esta noble y antigua tierra peruana, tierra de todas las sangres, a todos los que han tenido la gentileza de visitarnos, vaya un caluroso y fraterno saludo agustiniano. En nombre propio y en el del Secretario de OALA, P. Luiz Augusto Mattos, y del Vicariato de Iquitos, P. Miguel Fuertes.

Y les da la bienvenida a Lima esta Provincia de N. Sra. de Gracia del Perú, grande en la Historia, -no en vano llevan el mismo nombre las provincias de Colombia y Chile-, y hoy ya madura y a punto de recuperar su régimen ordinario, que con todos nosotros comparte las ilusiones y esperanzas en el la tarea educativa a lo largo y ancho de nuestro continente latino americano.

Su presencia nos llena de alegría, despierta, alienta y anima nuestro sentido agustiniano de fraternidad. Nos anima nuestra común vocación de servicio, el deseo de cumplir mejor nuestra misión, conocernos mejor, intercambiar impresiones, dudas, anhelos y frustraciones en la tarea educativa, que solos, tantas veces nos empujarían al desaliento.

En nuestras manos están 46 Colegios de América Latina, con más de 30 mil alumnos y una influencia plausible sobre más de 25 mil familias. Este encuentro busca reunir a los principales responsables, religiosos y laicos de nuestros Colegios a fin de reflexionar e intercambiar experiencias que nos den luz sobre la respuesta más pertinente que debemos da, desde nuestro carisma agustiniano, a los desafíos educativos de este siglo XXI que acabamos de estrenar. Aunque tocaremos distintos temas en ponencias, talleres y grupos, el tema general estará ligado por tema general que habla de cómo educar para una cultura de paz.

Si como decía Hegel nada bueno puede hacerse sin verdadera pasión, parafraseándole, nosotros podríamos decir: nada es bueno y factible en educación si no le ponemos alas, si no le ponemos espíritu, talante, clima, mística agustiniana. Pues bien, nosotros somos hijos del apasionado Agustín, somos hijos de la luz, hijos del espíritu. No podemos conformarnos con ser pasto de la mediocridad. Buscamos aunar calidad personal con eficiencia docente, los valores de la escuela agustiniana, que aún tiene mucho que decir, con los avances de la ciencia. La suma de la competencia y el trabajo vocacionado en un clima de fraternidad y participación.

El año pasado clausuramos el Centenario de los Colegios San Agustín de Lima e Iquitos y recordamos los nombres y los sueños que hicieron estas realidades que hoy vivimos. Y nos preguntamos ¿qué aportaron y aportan los agustinos a través de los colegios? Y respondíamos como signo de identidad: antes que nada, pasión por el hombre concreto, amor a la escuela, espiritualidad, un modo de ver la realidad al estilo de Agustín. Una cercanía cordial, humanidad sobrada, amistad, capacidad para asomarse a los abismos del corazón, una mística de ojos abiertos que exige el trato con Dios y la escucha del clamor del pobre. Ojos críticos y rebeldes para mirar un mundo de pobreza intolerable. Sensibilidad por el arte, pasión por el deporte, mística y entrega, fuerza de voluntad para vencer dificultades. Amor y superación, kilos de paciencia concentrada. Sin duda pedagogos en el arte de amar y de pensar, compañeros de búsqueda por la vida. Mayoristas de buenos consejos que animan a vivir la vida entera, razón y corazón. Testigos que transmiten la experiencia de un Dios trascendente y al mismo tiempo íntimo, pegados a las entrañas. Iniciadores de la pedagogía de la interioridad, capaces de despertar hambre de verdad, de justicia, de libertad, y de belleza.

Como agustinos y agustinianos, seguimos el hilo de buscar para encontrar y encontrar para seguir buscando. Recordamos y agradecemos la obra que otros soñaron, pero sabiendo que no basta con ser buenos cuando estamos convocados a ser mejores cada día. Por eso queremos convertir nuestras aulas en hogar y taller: escuela taller de promoción humana, taller de cultura, taller de relaciones interpersonales sanas, escuela templo donde se viva y celebre la fe, Iglesia donde esté vivo y presente el proyecto del Maestro de Nazaret, escuela laboratorio de crecimiento personalizado.

Bajo esta perspectiva, estamos llamados a ser sembradores de ideas y sentimiento nobles, excitadores de energías latentes, encendedores de luces, despertadores de entusiasmo por todo lo bello, lo noble, lo grande, lo bueno. Forjadores de caracteres fuertes como el acero y como el acero flexibles, jamás sepultureros de aspiraciones, luces, ilusiones y sueños.

Están aquí representados prácticamente todos los países de América Latina donde tenemos colegios los agustinos y es una ocasión propicia para reflexionar juntos.

Cada época tiene sus retos y sus desafíos. La época que nos ha tocado vivir no es nada fácil, lo sabemos. Está marcada por múltiples problemas, tantos, que a veces daría la impresión que quieren acabar con la esperanza. Vivimos en un mundo marcado por grandes contradicciones, por la pobreza y la riqueza cada vez más extremas, por bloques antagónicos, por guerras sin sentido, por la corrupción rampante, por la marginación y la exclusión, por fanatismos y fundamentalismos, por la amenaza latente de un desarrollo sin control ni escrúpulos que aniquila los ecosistemas y contamina el planeta.

¿Qué tengo yo que hacer, maestro, maestra, en esta situación que me ha tocado vivir? ¿Qué tengo que hacer desde la escuela para ser fiel a mis principios, para aportar lo que se espera de mí, para ser un elemento de solución al problema y no un ladrillo más en el muro con una política del dejar hacer, dejar pasar, o simplemente quejarnos?. En primer lugar saber que debemos hacer algo, que se puede hacer algo. Mucho más como educadores cristianos llamados a sembrar y construir, a santificarnos en esta tarea educativa...

En principio, debemos aspirar a formar una comunidad cristiana viva. Esa es la columna vertebral de un colegio católico. Esa es la razón primera del ser y el quehacer de nuestros colegios. Educar es un tema de vida, hablamos de la vida, de las personas con las que interactuamos. Hablamos del uso relevante y pertinente de las experiencias de vida para ayudar a los alumnos a crecer, a tomar postura, a entender el mundo, a valorar las cosas buenas, a pensar, a tomar distancia de lo que les amenaza. La democracia, la interculturalidad, la paz, el amor, la honestidad, la honradez, son valores que se construyen en la interacción humana independientemente de la asignatura que sea. Porque, en definitiva, el vínculo educativo en última instancia, es un vínculo humano, afectivo, relacional. ¿Quién será un verdadero maestro? Aquel que logra establecer relaciones de intimidad entre su propia alma y la de los alumnos, aquel que se impone la tarea de ganar hacia la verdad, el bien, la bondad y la belleza, la vida inexperta de los alumnos, decía ya Pablo VI.

El tema motivador de este Encuentro es la Interculturalidad, que significa entre culturas, es decir, un intercambio establecido en términos equitativos, en condiciones de igualdad. En sí la interc. intenta romper las relaciones con la historia hegemónica de una cultura dominante y otras subordinadas y reforzar las identidades tradicionalmente excluidas para construir en la vida cotidiana una convivencia de respeto y legitimidad. Uno de los espacios privilegiados para ello es la escuela.

La intercultualidad es la capacidad de entender que todos los hombres y mujeres del mundo pertenecemos a diversas culturas. Que estas culturas son producto de miles de años de desarrollo y que han dado lugar a diversos sistemas de pensamiento expresado en diversos idiomas y creando una cosmovisión propia de cada pueblo. Es reconocer que las culturas no son ni superiores ni inferiores, ni verdaderas ni falsas, ni mejores ni peores; solo diferentes. Y finalmente, es comprender que desde el nacimiento toda persona es un ser biológico y cultural y que cuando llega a la escuela ya llega como un ser con identidad y pertenencia.

Interculturalidad es respetar y reconocer como valiosa la cultura del que llega a nuestra escuela por más diferente que sea a la nuestra. Es aprender antes que enseñar. Es acercarnos con amor y respeto a la cultura del otro, es comprender que la cultura es una constante que actúa en el alumno de manera permanente. Es apoyar el fortalecimiento y desarrollo de la cultura del niño/a y su familia compartiendo experiencias y conocimientos

Hoy no es posible lograr la meta del desarrollo de la cultura propia si no se trabaja la interc. en aquellas zonas donde se tiene un discurso cultural homogéneo. Es preciso añadir al énfasis de las identidades, el énfasis en el encuentro con lo diferente, resignificar la interc. para agrupar, reivindicar las culturas originarias, la inclusión educativa, las políticas de reconocimiento, la difusión de saberes locales, la concepción de identidad y ciudadanía intercultural en estos países nuestros de todas las sangres.

Es preciso hoy promover la reflexión intercultural en contextos urbanos. Hasta ahora lo único logrado es la transformación de las culturas originarias al modelo occidental con cierta recuperación de lo propio. Hoy es necesario generar una inclusión creativa, un camino de retorno que nos permita el intercambio de saberes en condiciones de igualdad, la formación de actitudes de respeto, admiración y reconocimiento mutuos y la construcción de nuestras naciones latinoamericanas desde el encuentro y no desde la dominación.

La pelota está en la cancha. Hay que hacer de la ciudad y de la escuela un espacio de diálogo intercultural y de equidad social y no el espacio de exclusión y marginalidad que frecuentemente experimentamos. Hablamos de ello como un proceso intencional que busca legitimar las diferencias, aproximarlas y generar un diálogo creativo y generador de cultura; esto requiere que se le reconozca o comprenda teniendo en cuenta la ampliación de saberes, la generación de actitudes favorables y la reestructuración de instituciones que le den marco a los diferentes niveles de acción.

En la reciente reunión de Quito, junio 2004, y a la distancia de cuatro años cabales del último evento, (Lima, enero 2001) nos comprometimos a convocar un nuevo Encuentro Continental de Educadores agustinianos en la ciudad de Lima para la última semana de enero del 2005.

El objetivo de estos Encuentros de educadores, laicos y religiosos, de nuestros colegios, básicamente es conocernos, analizar integralmente nuestra problemática, compartir experiencias y buscar juntos alternativas de solución. Porque frecuentemente la tendencia más común es tratar de solucionar nuestros problemas al margen de los demás. A veces inclusive, sin involucrar en la reflexión a la propia circunscripción. Late la idea de que es "problema nuestro" enfrentar los cambios que marcan las circunstancias o la historia. Cuántas veces, los responsables de colegios nos vemos luchando a brazo partido, como pequeñas barquillas, haciendo frente a los golpes de las olas, que de diferentes lados amenazan su estabilidad o su rumbo.

La misión educativa sigue siendo, creemos, relevante en el carisma de los agustinos. El tema, no obstante, no es hacer colegios o mantener colegios, sino que estos sean verdaderos focos de evangelización. Esa tarea es habitual, preocupación constante. Sin embargo, en el momento actual, de cara a este recientemente estrenado siglo, interesa ir más a lo profundo y analizar entre todos el futuro de nuestros colegios. Porque es una constante que, salvo excepciones, cada vez hay menos religiosos en esta tarea. Que nos faltan líderes todoterreno en este campo para reponer a los que han dado ya toda su vida. Que los jóvenes siguen mirándolos con cierta reticencia o prefieren sin ambages el trabajo en otros ámbitos apostólicos. Que los laicos ( felizmente ) han pasado a ser parte, ya no importante, sino substancial en la gestión y en la conducción de los mismos. Y debemos preguntarnos y reflexionar: ¿qué hacer? ¿Buscamos soluciones de contingencia, dejamos que evolucione la cosa por sí misma, a ver qué pasa, o buscamos juntos posibles soluciones?

Por otra parte no podemos negar la realidad. Nuestros colegios, en general, se sitúan en ámbitos sociales medios altos. Sin embargo estamos insertos en países donde la pobreza campa a sus anchas, y esto duele en lo más hondo. Si aún se justifica nuestra acción pastoral en dichos foros ¿cómo estamos enfrentando la formación crítica de la persona desde la perspectiva de la fe cristiana? ¿Cómo estamos dando cabida a la solidaridad con las clases menos favorecidas? Los agustinos trabajamos o estamos involucrados en 45 Colegios en América Latina, con más de 30 mil alumnos y una influencia plausible sobre más de 25 mil familias. Aunque se sitúan en diversos países y circunstancias, creo que existen problemas comunes.

Urge, pues, en este contexto, desarrollar una educación integral desde los valores evangélicos para promover la justicia, la solidaridad y el sentido crítico en profesores y alumnos, para dar respuesta a los desafíos reales de un mundo definitivamente inequitativo. Habrá que fortalecer la acción pastoral en el colegio hasta llevar a los alumnos a una opción coherente de vida; habrá que incentivar el trabajo vocacionado de nuestros educadores; habrá que fomentar la identidad agustiniana que tiene aún mucho que decir a la sociedad de hoy; habrá que integrar e intensificar más la participación de la familia en la escuela; habrá, tal vez que propiciar espacios juveniles de revalorización de la cultura de nuestros respectivos pueblos para afianzar sus valores.

A través de este Encuentro Continental buscamos poner en contacto a los principales responsables -religiosos y seglares- de nuestros Colegios latinoamericanos a fin de reflexionar e intercambiar experiencias que nos den luz sobre la respuesta más pertinente que debemos dar desde nuestro carisma agustiniano a los desafíos educativos del Siglo XXI y en concreto el de la Interculturalidad.

Para hablar de estos y otros desafíos hemos llegado a este Encuentro. Nuevamente bienvenidos.