Encuentro
de Formadores de OALA Belo Horizonte, Brasil Enero 2006
Mensaje
a los Hermanos(as) de América Latina Carta
a los Formandos de América Latina Nuevos
Formadores Ficha
de Acompañamiento Evaluación
del Encuentro Carta a los
Organizadores Documentos
Preparatorios: Cuaderno 1 Cuaderno
2 Fotos |
NUEVOS FORMADORES PARA AMÉRICA LATINA
Fr.
Rafael de la Torre Vargas, OSA ¿Cómo formar a los formadores?
¿Quién puede sentirse formado como para formar a otros en el camino
de la madurez humana, en la vivencia de la fe y en el carisma agustiniano de la
Vida Religiosa? Para aclarar estas y otras interrogantes participamos en el Curso
para Formadores, cuidadosamente preparado por los responsables de OALA en Belo
Horizonte - Minas Gerais - (Brasil). Del 16 al 22 de enero de 2006, fue una semana
de estudio intenso, convivencia fraterna y celebraciones festivas, en un ambiente
juvenil, cordial y muy participativo, ya que de los treinta participantes, la
mayoría eran jóvenes. Estamos asistiendo con satisfacción
a un relevo generacional de formadores jóvenes en nuestra Orden. Y uno,
que ya no es tan joven, se siente motivado por esta juventud para continuar en
constante renovación. Eje fundamental de nuestra reflexión fue
el lema agustiniano: "¡Que yo me conozca a mi mismo y que Te conozca,
Señor!". O como alguien se atrevió a traducir: "La subjetividad
en la posmodernidad". Conscientes de nuestra interioridad y circunstancias
vitales, nos hacemos más sensibles para sintonizar con el mundo de los
jóvenes, que aspiran a compartir los mismos ideales agustinianos en pos
de la utopía del Reino. Guiados por la maestría de los ponentes,
entramos en la consideración del fenómeno religioso actual, los
nuevos movimientos religiosos juveniles, y las características de los movimientos
religiosos en la posmodernidad, como desafíos para la Vida Religiosa. Más
a fondo, nos sumergimos, a través del psicoanálisis, en la génesis
y configuración de la infancia y adolescencia, como etapas previas indispensables
para entender la juventud. Es necesario para el formador ir conociendo bien los
mecanismos que van desarrollando la personalidad, tanto para convivir con las
propias carencias y limitaciones, como para poder acompañar con buen criterio
a los jóvenes aspirantes en su proceso formativo. Centro de máximo
interés en este Curso fue la presentación del tema: Psicopatología
de la Vida Religiosa. ¿Cómo apaciguar la angustia y superar la frustración?
¿Cómo encontrar sentido a la Vida Religiosa sin caer en la alienación
o en la mera ilusión? El proceso formativo nos lleva, por la sublimación,
a asumir con sinceridad y realismo nuestra situación vital, personal y
comunitaria, y a dejarnos seducir por el placer de la belleza espiritual en la
experiencia de Dios, en la comunión fraterna y en la generosa dedicación
por la causa de la justicia y la paz, como valores del Reino. Según
la Ratio Institutionis, éste es el camino de la inculturación del
carisma agustiniano y la espiritualidad de nuestra Regla en la realidad de América
Latina. La dimensión mística y el compromiso social nos hacen ser
servidores de nuestro pueblo, como testigos de Jesucristo y su evangelio. Aterrizamos,
pues, en la dimensión de la Justicia y la Paz dentro del plan de formación,
buscando cauces de mentalización y testimonio en nuestro contexto social
tan convulso y grávido de esperanza. Y con todos estos riesgos y desafíos
¿quién puede sentirse formado para ser formador? ¿Quién
puede formar a los formadores? Con realismo y humildad, reconocemos que todos,
formadores y formandos, estamos en proceso de formación, de conversión
continua. Que el único Formador es el Maestro interior, es su Palabra,
es la Comunidad, es la Vida misma. Quien ama, educa, forma y se transforma, a
través del diálogo, la paciencia y la actitud de servicio en total
gratuidad. Cabe ahora a cada circunscripción elaborar su plan de formación
para cada etapa, teniendo en cuenta todas estas ricas experiencias de cursos,
encuentros y convivencias, realizadas por OALA. Hacemos constar aquí,
de forma explícita, nuestro más encarecido agradecimiento a los
hermanos Agustinos del Vicariato Ntra. Sra. de la Consolación que nos hicieron
sentir en todo momento el calor del propio hogar.
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