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Declaración Final
Agustinos
al Servicio de la Misión
Encuentro de Agustinos Jóvenes
Lima Enero 2008


Lima, 25 de enero de 2008

A los hermanos de Latinoamérica y el Caribe

Los  jóvenes agustinos de las distintas circunscripciones de América Latina y el Caribe, participantes del encuentro de Formación “Lima 2008”, queremos comunicar  que: partiendo de nuestra realidad eclesial, a la luz de la Palabra de Dios, y de los últimos documentos eclesiales (Medellín, Puebla, Santo Domingo y Aparecida) junto a los proyectos propios de la Orden (CGO) en América Latina (Hipona y OALA, etc.), hemos logrado crear una conciencia común, profundizar en una eclesiología que parte desde nuestro carisma: comunión,  participación y corresponsabilidad.

El intercambio de culturas fue un espacio que permitió enriquecernos más, nutrirnos de nuestra vida fraterna avalada, apoyada, y fundamentada, en nuestra gran riqueza espiritual, por lo cual, como agustinos tenemos mucho que ofrecer al mundo y unidos podemos llegar muy lejos, esto porque a nuestro Padre San Agustín  lo encontramos muy actual para nuestro tiempo. He aquí el reto, el llamado a seguir siendo maestros  de pedagogía comunitaria e interioridad.

Siguiendo el método ya usado por las conferencias del episcopado latinoamericano, hemos organizado este manifiesto en el ver, juzgar y actuar.

Ver:

Lo que existía desde el principio, lo que hemos oído, lo que hemos visto con nuestros ojos, lo que hemos contemplado, y lo que hemos tocado con nuestras manos acerca de la Palabra de Vida, es lo que anunciamos.
(1Jn 1,1)

En este encuentro vimos que:

·         La experiencia de las distintas circunscripciones, su diversidad y dificultades, y como dentro de la multiplicidad hay unidad en Jesucristo.

·         Cuando se reúnen los jóvenes es posible la amistad espiritual cercana.

·         La abundancia de esperanza y la posibilidad de animarnos unos a otros en el encuentro fraterno.

·         Algunas de las dificultades con las que nos encontramos son:

a)      Las distancias generacionales que existen en nuestras comunidades.

b)      El abandono del compromiso con la Iglesia y con la Orden de muchos hermanos.

c)       Desvalorización y desigualdad en el trato entre los Hermanos y Hermanos Clérigos.

d)      Los diferentes documentos eclesiales (Medellín, Puebla, Santo Domingo, Aparecida), y de la Orden (Hipona, OALA, etc.) sólo se asumen parcialmente.

·         Como positivo:

a)      Nuestra capacidad de reconocernos como familia y como tal con errores y aciertos.

b)      Reconocimiento de la labor de los hermanos mayores que han entregado su vida al servicio de la Iglesia y de la Orden.

c)       Constatamos que los agustinos de América Latina y del Caribe nos sentimos identificados en un mismo ideal “la búsqueda de Dios en comunidad y el anuncio del Evangelio”.

·         En el encuentro vimos un clima de unidad, un ambiente fraterno, un mismo sentir a pesar de las distancias, la necesidad de compartir la experiencia de Dios a partir de la fraternidad.

·         Por último y principalmente, el encuentro personal con Cristo es una experiencia fundante y necesaria.

Juzgar:

De manera que saben interpretar los signos de los cielos pero no los signos de los tiempos.
(Mt 16,3)

En Cristo y sólo en Cristo encontramos la luz para juzgar con claridad los signos de los tiempos, la fuerza para afrontarlos y a nosotros mismos la capacidad para donarnos.

Esta experiencia con Jesucristo nos ha permitido juzgar que este tipo de acontecimientos es válido en la hora actual porque promueve la comunión y la corresponsabilidad. Ante las voces que califican a este tipo de encuentros como una justificación para hacer turismo o tomar unas vacaciones, ofrecemos nuestro testimonio de la riqueza recibida y compartida; también en este encuentro vivenciado expresamos nuestra firmeza en el compromiso agustiniano que se ha venido diciendo desde el documento de Medellín hasta nuestros días (Encuentro personal con Cristo, pobres, jóvenes, CEBs, Nueva Evangelización, familia, etc.)

Esta misma experiencia nos invita a retomar la opción principal de Jesús, que es la opción preferencial por los pobres y excluidos, y la promoción de “la Vida y Vida en abundancia.”

Actuar:

Alégrense, trabajen para alcanzar la perfección, anímense unos a otros, vivan en armonía y en paz. Y entonces, el Dios del amor y de la paz permanecerá con ustedes.
(2Cor 13, 11)

La oración, estudio, reflexión y esfuerzo común, son armas insustituibles de nuestro carisma para afrontar los desafíos de los nuevos tiempos.

Sugerimos valorar, profundizar y promover:

a)      El trabajo de OALA como intermediario, facilitador de encuentro, acercamiento de los hermanos para el crecimiento, fecundidad de la Orden en América Latina y el Caribe.

b)      La formación: inicial y permanente, enfatizando la de los formadores y la de aquellos que asumen responsabilidades especiales.

Asumir de manera responsable, seria y sincera nuestros procesos de vida de tal modo que podamos reconocernos como necesitados.

Hacer un camino de humildad siendo conscientes de la realidad en la que vivimos.

Colaboración y fortalecimiento de los lazos entre las distintas circunscripciones.

Hacer lo posible para que estos encuentros se sigan realizando en cada una de nuestras circunscripciones.

Valorar la capacidad que tenemos los jóvenes para responder a los desafíos de la Iglesia y de la Orden.

Potenciar un ambiente de diálogo intergeneracional que permita enriquecernos todos.

Escuchar y atender los temas que más preocupan a los jóvenes y brindarles las herramientas de manera especial a aquellos que están en sus primeros cinco años de votos solemnes.

Pedimos un trato de igualdad y respeto entre los Hermanos y Hermanos Clérigos. Nos parece que hay una desvalorización para con los Hermanos no ordenados por opción vocacional personal. De igual modo, pedimos fomentar las vocaciones de Hermanos a fin de que aumente la vida fraterna y crezcan nuestras comunidades.

CONCLUSION

Este encuentro posibilitó que nos acerquemos como hermanos latinoamericanos para  animarnos, ayudarnos, apoyarnos y saber que reunidos nos enriquecemos por la diversidad de experiencias. Es notable la gran fuerza joven al expresar nuestro amor a la Orden, a la Iglesia y a nuestras comunidades. Nos hace ver que trabajando juntos somos los renovadores que la Iglesia necesita.

Por último damos gracias a Dios, a los organizadores y anfitriones por este encuentro y por la integración, disponibilidad para llevarlo adelante entre todos. Gracias a todos.

En Cristo y nuestro Padre San Agustín.