Documentos: Powerpoints:
Comentarios o Preguntas email:
|
ENCUENTRO CONTINENTAL DE EDUCADORES AGUSTINIANOS “EDUCACIÓN AGUSTINIANA Y
PROYECTO PASTORAL” TRUJILLO, PERÚ – ENERO
2010 Palabras de Bienvenida El Perú es un país de madera noble y
antigua como lo podrán comprobar en estos días cuando visitemos la ciudad
histórica de Chan Chan. Pues bien, desde esta noble y antigua tierra de los
mochicas y chimúes, desde la heroica y colonial Trujillo, capital de Su presencia nos llena de alegría porque
despierta, alienta y anima nuestros sentido agustinano de fraternidad. Nos
anima nuestra común vocación de servicio, el deseo de cumplir mejor
nuestra misión, de responder al hoy de nuestra historia, que no es otro que
evangelizar, y a la vez, cambiar impresiones, dudas, anhelos y frustraciones
propios de la tarea educativa, que, solos, tantas veces nos empujarían al
desaliento. Estamos aquí porque queremos ponerle
norte y buen viento a nuestra tarea educativa. Estamos aquí porque queremos
ponerle alas y plumas a nuestra misión evangeliza-dora. Queremos ponerle mística,
audacia y creatividad. Este Encuentro toca la medula de nuestros
colegios; la pastoral, la evangelización. Todas las ponencias van
encaminadas a iluminar un Proyecto Pastoral con sello agustiniano,
dinamizador de todo el Proyecto Educativo. Es decir, escuelas en pastoral,
evangelizar educando y educar evangelizando. Porque esta es nuestra
identidad y esta es nuestra razón de ser. El P. Juan Carlos Ayala nos acercará a
los documentos eclesiales que hablan de Estamos aquí representados de buena parte
de los países de América Latina donde tenemos colegios los agustinos y es
una ocasión propicia para reflexionar juntos: maestros y maestras agustinos
de Argentina, Uruguay, Brasil, Chile, Bolivia, Venezuela, México, Panamá,
República Dominicana y Perú. Cada época tiene sus retos y sus desafíos.
La época que nos ha tocado vivir no es nada fácil, lo sabemos. Está
marcada por múltiples problemas, tantos, que a veces daría la impresión
que quieren acabar con la
esperanza. Vivimos en un mundo marcado por grandes contradicciones, por la
pobreza y la riqueza cada vez más
extremas, por bloques antagónicos, por guerras sin sentido, por la corrupción
rampante, por la marginación y la exclusión, por fanatismos y
fundamentalismos, por la amenaza latente de un desarrollo sin control ni
escrúpulos, que aniquila los
ecosistemas y contamina el planeta. ¿Qué tengo yo que hacer, maestro,
maestra, en esta situación que me ha tocado vivir? ¿Qué tengo que hacer,
desde la escuela, para ser fiel a mis principios, para aportar lo que se
espera de mí, para ser un elemento de solución al problema y no un
ladrillo más en el muro con una política del dejar hacer, dejar pasar, o
simplemente quejarnos? En primer lugar saber que debemos hacer algo, que se
puede hacer algo. Mucho más como educadores cristianos llamados a sembrar y
construir, a santificarnos en esta tarea educativa. En principio, debemos aspirar a formar una
comunidad cristiana viva. Esa es la columna vertebral de un colegio católico
agustiniano. Esa es la razón primera del ser y el quehacer de nuestros
colegios. Educar es un tema de vida, hablamos de la vida, de las personas
con las que interactuamos. Hablamos del uso relevante y pertinente de las
experiencias de vida para ayudar a los alumnos a crecer, a tomar postura, a
entender el mundo, a valorar las cosas buenas, a pensar, a tomar distancia
de lo que les amenaza. La democracia, la interculturalidad, la paz, el amor,
la honestidad, la honradez, son valores que se construyen en la interacción
humana independiente-mente de la asignatura que sea. Porque, en definitiva,
el vínculo educativo en última instancia, es un vínculo humano, afectivo,
relacional. ¿Quién será un verdadero maestro? Aquel que logra establecer
relaciones de intimidad entre su propia alma y la de sus alumnos, aquel que
se impone la tarea de ganar hacia la verdad, el bien, la bondad y la belleza,
la vida inexperta de los alumnos, decía ya Pablo VI. A la educación le corresponde ser una
herramienta eficaz para transformar la sociedad y formar integralmente a las
personas, para liberarse de todo lo que les impida llegar a ser lo que Dios
espera de ellas. Ver la educación como un paradigma reproductor de la
sociedad es aceptar que es imposible imaginar visiones optimistas de futuro
y vivir resignados a un mundo chato de horizontes e ideales. En los últimos
años hemos pasado de una pastoral educativa de actividades pastorales a una
pastoral entendida como una de las prioridades de •
En los años 70 nació la pastoral del compromiso social. Los
colegios eran “el cuco”, casi ningún religioso quería estar en un
colegio para educar “cachorros de burgués”. La educación era la
reproductora de un sistema injusto. Había que optar por los pobres desde la
inserción social. Se tardó años en descubrir que solo desde una acción
educativa podemos cambiar el mundo desde la raíz. •
En los años 80 se dio la pastoral de la experimentación. Los
colegios aparecían como novedad pastoral ante el debilitamiento de las
parroquias. Nacieron en los colegios las pascuas juveniles, los grupos
musicales, oraciones con música, teatro-danza-cine… •
En los años 90 pasamos de la pastoral en el centro, al centro en
pastoral. Se dieron pasos para lograr una pastoral estructural, generadora
de estructuras en personas e instituciones. En la actualidad, siglo XXI, se promueve
la pastoral de la competencia espiritual, conviviendo con dos modelos: uno,
que ha optado por volver al modelo de transmisión de la fe, con el fin de
transmitir a los alumnos el “corpus religioso” que ya nadie les puede
contar; es el modelo de la competencia religiosa. El otro, es el modelo de
centros en pastoral, que optan por procesos pedagógicos sólidos para dotar
a los alumnos, educadores y familia de la “competencia espiritual”. Esto
no se consigue si la pastoral del umbral (sentido de pertenencia, relaciones
humanas y cohesión emocional) se queda en el umbral, si no se opta por una
pedagogía donde todos los umbrales pedagógicos están dirigidos a mejorar
la competencia espiritual. Esto no lo puede hacer un responsable de
pastoral, ni un equipo, sino todo el claustro en su totalidad, incluyendo a
los más tibios, que se implicarán si el modelo es realmente evangélico. Si hablar de pastoral hace unos 10 años
era sinónimo de hablar de actividades de pastoral, hoy es hablar del
principal factor de calidad, especificidad e identidad de nuestras escuelas
agustinianas y en muchos casos, único factor de supervivencia. Antes la
preocupación era cómo mejorar las celebraciones y las clases de religión,
o si tendría que haber o no catequesis sacramental en el colegio, en lugar
de en la parroquia. No se contaba apenas con los educadores; había un
responsable, casi siempre un religioso/a y este hacía lo que podía con
algunos colaboradores. Cuando nacieron los equipos pastorales se hacían
actividades, pero aún desestructuradas, con escasa planificación, sin
presupuestos, sin calendario, sin respaldo de la directiva y del claustro
general de profesores. Nuestra actividad pastoral pasa hoy por
circunstancias nuevas que nos obligan a una seria reflexión. Nuestra
sociedad se va secularizando cada día más. Hay escasez de personal
religioso involucrado. En los próximos años la pastoral debe ser la
principal preocupación y prioridad de la escuela católica, porque muchos
colegios pasarán a una fundación
para su gestión o perderán la titularidad. El criterio de supervivencia no
va a ser otro que el criterio pastoral. Si una escuela ve que todo su
personal vibra ante la pastoral, será el camino de superación de todas las
barreras, sean legales, sociales, o económicas. Si uno de nuestros colegios es bueno,
exitoso, realmente de calidad, pero no se entrega a la pastoral, será una
empresa de primera, eficiente, pero habrá perdido su razón de ser. El
futuro de la pastoral se está decidiendo cuando se opta por tal o cual
modelo de calidad. Si no sabemos a dónde vamos, mejor sentémonos porque ya
hemos llegado. Tenemos dos
modelos Algunos colegios hacen planes de calidad
cuyo objetivo es mejorar los medios (procesos) convirtiendo al medio en una
meta; es decir, se trata de hacer planes sin fin porque no miran a ningún
objetivo, o buscan la mejora continua, para llegar… ¿a dónde?
Aquí se sacralizan los medios, los procesos, los métodos, los
presupuestos, los tiempos, el personal, estadísticas… Los educadores van
en corbata y con la cara seria, controlando todos los procesos con eficacia,
pero sin alma. Aquí el motor es la gestión. Pero de lo que se trata es que los planes
de calidad, que cohesionan a todo el claustro de educadores en la misma
dirección, apunten a la calidad de los medios para lograr el fin último de
la institución. Y el fin último de nuestros colegios en pastoral, es la
evangelización, inculturar el evangelio, evangelizar la cultura. Aquí el
motor del colegio es la pastoral. Si traicionamos nuestro ideario subordinándolo
a las circunstancias perdemos nuestra razón de ser. Solo sobrevivirán las
escuelas católicas que usen un único sombrero: el de su propia identidad,
aquellos que sienten que la fe y lo que ella implica, merecen la pena y la
ponen como eje. La pastoral debe ser el ¡órdago a la grande! de nuestros
colegios. No es la clave la calidad de nuestras
instalaciones, ni los reglamentos, las normas
o las estadísticas. La clave para dar sentido a lo que hacemos, para
sentirnos vivos, es la pastoral, que es lo mismo que decir que la clave está
en las personas, en su felicidad, en su realización, en su conversión.
Este es el mejor signo de haber
optado por el humanismo cristiano, por el proyecto de Jesús. El problema no
son las celebraciones, que no funcionan en casi ningún sitio. La clave está
en si toda la escuela está en pastoral, si todos hemos optado por ponernos
este único sombrero de identidad propia y razón de ser. Una cosa es clara. La misión educativa
sigue siendo relevante en el carisma de los agustinos. No obstante, el tema,
no es hacer colegios o mantener colegios, sino que estos sean verdaderos
focos de evangelización. Si nuestros colegios no evangelizan, si la
comunidad educativa no camina tras un Proyecto Pastoral asumido por todos,
si no siembra el Reino en el corazón de los alumnos/as, todo otro éxito o
logro será insuficiente, nuestro accionar estará desenfocado y el
desaliento estará servido. En esta aventura de construir los nuevos
cielos y la nueva tierra desde la escuela hay Alguien que hace camino con
nosotros y que se llama Dios-con-nosotros. Desde la perspectiva cristiana,
creer que sí es posible educar y evangelizar integralmente, es creer en el
poder de Jesucristo y de su Palabra. Sigamos luchando desde este subsistema
de la realidad llamado escuela para hacer que la historia deje de ser un
cementerio de esperanza para convertirse en proveedora de una tierra sin
males, es decir, sembradora del Reino.
Urge, pues, en este contexto, desarrollar
una educación integral desde los valores evangélicos para promover la
justicia y la solidaridad a fin de dar respuesta a los desafíos reales de
un mundo definitivamente asimétrico. Urge armar un Proyecto Pastoral con
rostro y talante agustinianos, que involucre a todos a fin de vivir y
sembrar el Evangelio para evangelizar la cultura. El Colegio es uno de los
pocos foros que nos quedan para ofrecer pautas cristianas para la vida a
padres, profesores y alumnos y mostrar el ideal. Por ello habrá que fortalecer la acción
pastoral en el colegio hasta llevar a los alumnos a una opción coherente de
vida; habrá que incentivar el trabajo vocacionado de nuestros educadores;
habrá que fomentar la identidad agustiniana que tiene aún mucho que decir
a la sociedad de hoy; habrá que integrar e intensificar más la participación
de la familia en la escuela; habrá que propiciar espacios juveniles donde
se vivencie a Cristo, dador de vida y sentido. Todos queremos ver nuestros colegios
transidos de humanismo agustiniano, de un talante y un estilo inconfundible,
reflejo de la vivencia y el testimonio de religiosos/as y laicos al interior
de sus comunidades educativas, empujando el mismo Proyecto. Pero como dice
el adagio popular, nadie da lo que no tiene. Se hace necesario, pues,
conocer más y mejor lo más genuino de nuestra especificidad a fin
de alinearnos todos con unos valores y un estilo tras un Proyecto Pastoral
que sea la marca registrada de nuestra oferta educativa y cristiana. Amigos educadores agustinianos, estimados
maestros y maestras todos. Es difícil optar por un mundo de interrelaciones
sanas un mundo sin excluidos, un mundo de plenitud, donde se potencia sin
fragmentaciones todo el hombre y todos los hombres, si Cristo no está en el
eje como fundamento y término de nuestra acción educativa. Cristo alfa y
omega por ser el revelador del misterio del hombre, de su vida y su proyecto.
Santo Domingo -nos dirá el P. Juan
Carlos- recuerda que la educación cristina se fundamente en una verdadera
antropología cristiana; esto significa la apertura del hombre a Dios como
Padre, apertura hacia los demás como hermanos y apertura hacia el mundo
para potenciar sus virtualidades. Que hablar de educación cristiana es
hablar de un maestro que orienta a sus alumnos hacia un proyecto en el que
viva presente Jesucristo. Como docentes agustinianos estamos
llamados a ser y vivir una síntesis cristiana: a ser paradoja en un mundo
disolvente. Ojala nos dejemos guiar por el impulso del Espíritu que infunde
su fuego en la inmensidad de estos arenales costeños, en los bosques secos
de sus montañas, en la fecundidad ubérrima de sus valles. El objetivo de estos Encuentros de
educadores, laicos y religiosos, de nuestros colegios, básicamente es
conocernos, analizar nuestra problemática, compartir experiencias y buscar
juntos alternativas de solución. Porque frecuentemente la tendencia más
común es tratar de solucionar nuestros problemas al margen de los demás. Para esto hemos querido invitarte a Trujillo esta vez. Para reflexionar y discutir acerca de aquello que consideramos esencial, la finalidad de nuestras escuelas, la pastoral encaminada a la evangelización. Pero también para compartir vivencias y dificultades, para conocernos más, para enriquecernos y animarnos mutuamente en esta tarea que cada día conlleva más dificultades y retos. Bienvenidos todos al Perú, bienvenidos a Trujillo. Declaro abierto el Encuentro Continental de Educadores Agustinianos Trujillo 2010.
|