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Cuaderno de Trabajo No. 1:

Carta de Introducción

I. Sentidos de la Religion:

1a: Intro. Antropológica

1b: La Religión: Enfoque Sociológico

1c: Teodiceas

1d: Religión: Alienación y Desalienación

1e: Secularización y Desecularización

II. Las Nuevas Generaciones y las Instituciones

Parte 1

Parte 2

Parte 3

III. Psicopatología en la Vida Religiosa

Reunión de Formadores de América Latina


LAS NUEVAS GENERACIONES Y LAS INSTITUCIONES
(María Helena Morra)


TIEMPO DE UN NUEVO PODER

CATEGORÍAS QUE DESCRIBEN LOS JÓVENES MATRICES / CON VICCIONES ARGUMENTOS QUE SUSTENTAN AUSENCIAS/ LAGUNAS
A LA DERIVA NO HAY LARGO PLAZO LA FUERZA DE LOS LAZOS DÉBILES COMPROMISOS/ LEALTAD
SIN RUTINA DESAGREGACIÓN UN SER SIN AUTONOMÍA REINVENCIÓN DE LAS INSTITUCIONES CONFIANZA
FLEXIBILIDAD FRAGMENTACIÓN DESPLAZAMIEN TO GEO-PROFESIONAL LIBERTAD
APENAS RIESGOS LO NUEVO COMO VALOR DESORIENTACIÓN PERSONAL VALORACIÓN DE LA EXPEREINCIA

Se trata de un tiempo que delimita la crisis de autoridad relacionada con las Instituciones y con la autoridad en el sentido de formación. La Religión, la Familia y la Escuela son tres instituciones de formación. Sabemos que los modelos antiguos, poco a poco, están perdiendo su influencia. Hoy hay nuevos paradigmas apareciendo en el escenario de la post-modernidad. Podemos entender el tiempo y el nuevo poder como desafíos colocados de forma más flexible para relacionarse con las nuevas generaciones, o con nuevas formas de articulación de la sociedad, menos autoritaria e inflexible.
Las categorías planteadas quieren describir el perfil de los jóvenes de las nuevas generaciones.
La primera categoría puede llamarse de "a la deriva". Es aquélla en la que el joven no se identifica con nada. Siempre está a merced de alguna situación, pero sin construir historia. Por ejemplo, en las narrativas literarias, se descubre el tiempo como pasado, presente y futuro, articulados como proyecto.
Al contrario de los ejemplos virtuosos de la literatura, la nueva generación está la deriva, pues se pierde la idea del tiempo como historia y, por consiguiente, no se siente parte de ella. Por ejemplo, la tecnología rompe la historicidad del tiempo al crear nuevas metodologías en la educación através de hipertextos, rompiendo la linearidad de la educación e introduciendo al joven en un paradigma de circularidad. Se puede decir que en la cabeza de las nuevas generaciones no hay historia - de ahí la dificultad para heredar un carisma, para hacer parte de una institución, para hacer parte de la construcción de la historia. La vida del joven viene siendo caricaturizada como la vida de los no-lugares. Es decir, los no-lugares son los shoppings centers, grandes avenidas, grandes acontecimientos en los que el sujeto pasa por los lugares sin formar historia, sin tener memoria, sin nada. Está a la deriva, sin ninguna relación que posibilite la realización de algo a largo plazo. No hay nada a largo plazo, todo es a corto plazo. ¡Aquí y ahora! Por eso esta categoría -a la deriva- se relaciona con la matriz del "no hay largo plazo", comprometiendo cualquier relación de continuidad. El sujeto pasa por las Instituciones sin relacionarse con ellas, sin participar de su construcción histórica. Así la Institución se vuelve apenas una más entre otras, con la que la persona no establece ningún vínculo de referencia.
Este conjunto categorial se mantiene por la fuerza de lazos débiles. Si no hay largo plazo, ¿por qué el sujeto tiene que asumir lazos de continuidad? Entonces aparece la total discontinuidad. Por eso falta algo, porque ¿qué tiene él? No hay ningún compromiso... No hay ninguna lealtad con los grupos con los que está articulado, porque apenas se ve a él mismo. Es lo que se llama la primera matriz del individualismo contemporáneo. Es decir, el sujeto está centrado en él mismo, no quiere y no desea establecer ninguna relación. Por ejemplo, hay jóvenes que hacen los votos y tres días después dejan la congregación.
Podemos denominar la segunda categoría como "sin rutina". Las actividades rutinarias son las que mantienen los hábitos. En las nuevas generaciones hay falta de rutina, ¿qué son las actividades rutinarias de la familia? Desayunar con los iguales, horario de comer, de cenar, esto es, la formación establece límites. Con la crisis de la institución familiar, el joven tampoco recibe esa formación en la escuela, es decir, las nuevas generaciones en las escuelas no tienen ni siquiera el hábito de leer. Siempre que se habla de alguna actividad rutinaria, notamos que se da un cierto cansancio, pues el joven no quiere la rutina. Por eso no existe ninguna rutina. El joven quiere hacer lo que le gusta, sólo lo que quiere. Sin embargo, es preciso tener alguna unidad de referencia, pues no hay ninguna posibilidad de acción si no existe alguna referencia. Esta situación provoca desagregación, tanto psicológica como social. ¿Por qué desagregación? Por la ausencia de vínculos no establecidos, pues establecerlos significa rutina, hábito. Es decir: es posible establecer relaciones respetuosas con el otro sin que sea necesario establecer compromisos. ¿Y qué pasa ahora? Una reinvención de las instituciones. La desagregación de las instituciones de formación: familia, religión, escuela, nos exige cada vez más su reinvención. Es necesario reinventarlas. Y si se reinventan como unidades de referencia, ¿cuál debe ser dicha unidad? Si ustedes van a trabajar con la tradición religiosa, la unidad de referencia todavía es la tradición cristiana, el principio cristiano, la luz del Evangelio, unidades válidas de referencia de la tradición que deben conservarse en el diálogo con las nuevas generaciones. Pero, ¿nosotros reinventamos o deseamos imponer todo eso? Así pues, se trata de ver cómo es posible este reinventar las instituciones, en qué condiciones, en qué ámbitos: familia, religión, escuela, congregaciones. ¿Cuál es la unidad de referencia? Lo que nos hace pensar en ausencia total de confianza, esto es interesante, fíjense: estoy en una institución, pero no confío en ella. Así, el hijo o el sobrino están en la escuela tal. Yo desconfío de la formación que se da allí. Yo estoy en una institución religiosa X. Yo desconfío del porqué estar allí. Existe, pues, una falta de confianza en las unidades de referencia. Esta situación aparece claramente en las escuelas de nuestra responsabilidad. Cuando se da esa ausencia de confianza, eso significa que no conseguimos reinventar las instituciones. Continúan allí, desagregando, a la deriva, pues lo que me ofrece confianza es la rutina. Sé que, si el individuo está en aquella institución, está en una actividad rutinaria. Sé que allá existe una unidad de formación. Si no tiene ¿Cómo voy a confiar? Consecuentemente siempre estoy desconfiando, preocupado. ¿Qué estará haciendo ahora? No confío en la institución en la que mi hijo está, si es la escuela. En la familia, ya no confío en los padres, porque en la familia, en la unidad de referencia, ya no hay padre, ni madre, ni hijos. No confío en los responsables. ¿Ven? Es decir, la disgregación en sus varios aspectos fue de 70 para acá, y después, en el momento en que las nuevas demandas sociales facilitaron denunciar heridas institucionales, como la violencia sexual, no confío el niño que está con fulano de tal. Así se pasa a desconfiar de las instituciones de referencia.
Se pasa a sospechar porque ya no se confía en la escuela, en la institución, etc. Ahí se dan varios factores. El primero es el siguiente: las propias instituciones no se renovaron. Las nuevas demandas comenzaron a denunciar problemas dentro de las instituciones. Así, por ejemplo, ¿cómo es posible confiar en una institución que viola los derechos humanos? ¿Cómo se puede confiar en una institución que se presenta como perfecta? Se acaba desconfiando. Así, ¿por qué continuar aquí?
La crisis, por lo tanto, es interna a las instituciones, existe un problema interno que es necesario resolver. Entonces el sujeto tiene consciencia de que falta sentido. No ve sentido en la institución. ¿Por qué se va a quedar en ella si le parece igual a las otras? ¿Cuál es la unidad que ella puede ofrecer? Ahí también se da el problema de la confianza. Además de los diversos problemas internos que la institución empezó a tener, se da el caso del respeto a los jóvenes que están llegando. Cuando no respeto al joven que está llegando, no dialogo, provoco la no-confianza. Si alguien viene, te pide, es porque confía. Pero cuando confía, juega. Las nuevas generaciones juegan. Juegan para ver hasta dónde es posible. Y usan también.
Sí, usan. Acaban usando la institución porque no ven en ella respeto ni autoridad. O mejor, sólo ven una autoridad que no tiene legitimidad, porque la legitimidad sólo se da cuando el otro refuerza eso. Por ejemplo, una cosa es el hecho de que yo esté aquí. La institución, porque yo estoy formada en la institución católica, me dio una autorización. Estoy autorizada a dar clase, ¿no es así? Ahora bien, la legitimidad se dará en el proceso. En el momento en el que no tengo esa legitimidad, no tengo autoridad legítima. Es ahí cuando empiezan los problemas de legitimidad de la autoridad constituida.
Otra categoría se refiere a la flexibilidad. Existe un dato interesante: el individuo se fragmenta - fragmentación del sujeto -. Entonces es más flexible. De acuerdo, lo resuelvo en otro momento... así lo resuelve en otro momento, porque no tiene una referencia, la idea es ésta: tengo que tener una unidad de referencia para pautar mis acciones. Como no la tengo, soy flexible con las normas. ¡Ah! Vamos a discutir... A la hora de las discusiones en las congregaciones o en las comunidades o en las diócesis, sea lo que sea, lo que pasa es que aparecen de repente las unidades territoriales: que creen que es mejor - el liderazgo flexible. Pero es un flexible que no llega a ser democrático. Es flexible porque está a la deriva; en realidad, no consigue tener un punto común. Hablar, realmente, podemos. Sin embargo no podemos discutir esto ahora, por el simple hecho de ser indiscutible desde el punto de vista de la tradición. Fíjense, tenemos un principio desde el punto de vista de la tradición que es el anuncio del Evangelio. ¿Podemos cambiar o no? Entonces es inflexible. Puedo flexibilizar ciertas cosas, otras no.
Puedo tener demandas sociales, pero no puedo flexibilizar lo que nos nortea en el mundo. Cuando se da una flexibilidad exagerada de la unidad de referencia, aparece la fragmentación del sujeto, como las instituciones se fragilizan, se da fácilmente la fragmentación del sujeto y de las normas. Ahí se cambia. Y ahí está el problema. Cambios geo-profesionales, no se permanece en la profesión. Las profesiones no forman en general, en lugar de las vocaciones. Se sale de un trabajo y se va a otro. Podemos decir, de una misión a otra sin criterio. Porque él no tiene unidad de referencia en lo que escogió. En el caso, por ejemplo, de la institución religiosa, el sujeto puede experienciar un cambio en el carisma. Las instituciones se apoyan en la unidad de referencia que se traduce en el seguimiento de Jesucristo, que es el principio de la consagración. ¿Y qué ocurre con las nuevas generaciones? Es como si no se reconocieran en la unidad de referencia que trae el primer principio y entonces se pasa de un carisma a otro con facilidad, sin llevar en cuenta la primera unidad de referencia.
Un cambio profesional y geo-profesional incomodará a las instituciones. En la vida religiosa, cuando las cosas no andan bien en un lugar, se cambia de comunidad. En las familias, cuando un hijo tiene dificultades con otro, la madre no puede cambiar al hijo de casa. Los hijos no se cambian. O los aceptamos como son o no se cambian. Entonces se pasa a tener un problema de orden legal. Además del punto de vista moral, ético, tengo un problema desde el punto de vista legal. No puedo cambiar. Ausencia de condiciones de libertad, porque la libertad presupone autonomía. ¿Cómo será el sujeto un ser autónomo si siempre está a la deriva y no tiene ninguna unidad de referencia?
Por fin, la última categoría se refiere al riesgo, apenas riesgo, que es la categoría más arriesgada, pues su matriz valorativa es lo nuevo. Todo lo que es nuevo es querido por el sujeto. Esto se debe a la propia aceleración del tiempo. Se ocupa demasiado en otras cosas y deja de pensar en él mismo. Deja de pensar porque las instituciones o no ofrecen o no están articuladas lo suficiente para poder ofrecer un compromiso leal con él. Así, pues, el sujeto quiere riesgos. Arriesga más. Arriesga, sin unidad de referencia, es un cambio personal, ¿verdad? Dónde encontrará apoyo, no tiene nada... No tiene ni una escuela, no tiene memoria ¿Cómo va a construirse? La función de las instituciones es ésa: tengo que formar, tengo que presentar, por más que se internalice y el sujeto no desee nada de eso. Pero él debe tener una unidad de referencia. Si paso a no tener nada de esa referencia, evidentemente, entro en crisis. Es la crisis que provocará la crisis de motivación, de sentido de la vida. Y se pasa a vivir una desorientación personal.
Existe, además, la lógica del capitalismo en la que todos estos factores favorecen la corrupción del carácter. Las Instituciones tienen una ética. ¿Cómo forman para asumir la responsabilidad social? Hay que ver si su actitud es asistencialista. Hay que ver si esta actitud, al mismo tiempo, y además de ser asistencialista, apenas pretende librarse del problema inmediato. Ahora bien, ¿cuál es la relación de la institución con sus miembros?. Eso es postura ética. ¿Qué referencia tiene aquí y allá fuera? ¿O será que sólo sirve para los otros?. Bajo ese prisma, la ética en la Vida Religiosa no funciona pues existe una crisis presente.

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