Cuaderno de Trabajo No. 2:
Carta
de Introducción
Perspectivas
teóricas de la infancia y de la adolescencia
Inculturación del Ratio Institutionis
en América Latina
Parte
I
Parte
2
Justicia Y Paz Desafío de la OALA
Parte
1
Parte
2
Parte
3
|
Reunión de Formadores
de América Latina
REEDICIÓN DEL ENCARTE
28
INCULTURACIÓN DE LA RATIO INSTITUTIONIS EN AMERICA LATINA
Y EL CARIBE
Encuentro de Formadores OALA - Panamá, 1998
INTRODUCCIÓN
Contando con el apoyo del Prior General y su Consejo, los representantes
de los equipos de formación de las diversas circunscripciones
de América Latina y caribe nos reunimos en Panamá,
del 25 de mayo al 03 de junio, 1998 para:
1. Hacer memoria de las conclusiones de los encuentros de formadores
de OALA, forjadas a lo largo de 20 años de historia;
2. Continuar actualizándonos en nuestras tareas formativas;
3. Asumir el desafío que nos hace el n.º 3 de la
Ratio Institutionis y el proyecto n.º 14 del plan cuatrienal
de la OALA aprobado en 1995, en los que se pide adaptar a la
realidad de nuestro continente el Plan de Formación Agustiniana.
De esta forma, nos proponemos consolidar el proceso de revitalización
iniciado por la Orden para América Latina y el Caribe
rumbo hacia el tercer milenio desde una nueva evangelización.
Para elaborar este documento partimos del proyecto realizado
por una comisión nombrada para tal fin. Los diversos
apartados responden al método de Puebla: ver, juzgar
e actuar. De este modo, queremos ofrecer a los Superiores Mayores
y a las comunidades de formación un instrumento práctico
para ayudarles a adaptar sus planes de formación que
tomarán en cuenta las circunstancias socioculturales
y locales propias y la Ratio Institutionis, promoviendo así
una mayor unidad de espíritu y de ideales dentro de la
Orden en América Latina y el Caribe.
I. MARCO DE LA REALIDAD
1. Motivos de esperanza
Partiendo de la preocupación para la revitalización
de la Orden en América Latina y en el Caribe, y reconociendo
el valioso aporte de nuevas experiencias que este proceso está
construyendo, constatamos como signo esperanzador el deseo de
muchos hermanos de vivir un estilo de vida agustiniana coherente
con la realidad latinoamericana. Sobre todo, queremos señalar
las siguientes iniciativas que manifiestan la proyección
positiva de la Orden en América Latina:
" El trabajo de la pastoral juvenil y la promoción
vocacional en las diversas circunscripciones.
" El incremento de vocaciones agustinianas en el Continente.
" Iniciativas de trabajos que promuevan la justicia y la
paz.
" Proyecto de revitalización de la Orden en América
Latina.
" Inicios de colaboración entre diversas circunscripciones
en América Latina.
" Interés por la causa indígena desde los
lugares de misión.
" Integración de los laicos en nuestros trabajos.
" Algunas experiencias de inculturación.
2. Motivos de desafío
A pesar de los signos positivos que hemos enumerado, nuestra
vida está siendo también cuestionada de muchas
maneras por la realidad interna y externa.
2.1. Desde adentro
2.1.1. La falta de sentido es un aspecto que ha marcado la
vida de algunos hermanos, manifestada en una vida mediocre,
sin convicción, como un mero cumplimiento de funciones,
sin creatividad ni originalidad. Esta realidad afecta el núcleo
de la formación porque los formandos buscan una referencia
dinámica y orientadora para su vida e por el contrario
experimentan la falta de convicción entusiasta y testimonio
profético del evangelio.
2.1.2. Nuestra espiritualidad manifiesta más una fe
en los dioses del poder, del tener y del saber que una verdadera
experiencia del Dios de Jesús. Este testimonio no invita
al joven formando a asumir el compromiso cristiano de despojamiento
inserción, humildad, pobreza e servicio.
2.1.3. La vida afectiva de nuestras comunidades es pobre por
carecer de diálogo, comunión, reciprocidad, calor
humano y falta de respeto al proceso de crecimiento personal.
2.1.4. La comunidad y la vida personal están perjudicadas
por una mentalidad individualista y egoísta, que no dejan
apertura y compresión a las necesidades del otro, rompiendo
la fraternidad evangélica y la solidaridad humana.
2.1.5. La opción preferencial por los pobres de tradición
eclesial y agustiniana, no está asumida en nuestro actual
estilo de vida personal y comunitaria, que contrasta con la
vida concreta y cotidiana de los pueblos que nos rodean, mayoritariamente
pobres y excluidos.
2.2. Desafíos desde afuera
2.2.1. El sistema neo-liberal, cuyos valores son la búsqueda
de los propios intereses, la cultura de la competencia, la productividad
y la exclusión de los más débiles social
y económicamente, está penetrando en la vida religiosa
afectando nuestra manera de vivir el testimonio y el compromiso
evangélico de gratuidad y misericordia.
2.2.2. "La involución de la Iglesia institucional
a formas y modelos conservadores" , contribuye a la falta
de motivación y compromiso de muchos religiosos y formandos
con la Iglesia, imposibilitando un testimonio profético
de acuerdo con los signos de los tiempos dentro de y a partir
de la Iglesia.
2.2.3. La influencia del estilo de vida burocrático-jurídico
en nuestras comunidades, caracterizado por una mentalidad rígida,
elitista, idealista y desinculturada nos impide el contacto
directo con el pueblo y un testimonio vivo en la historia.
2.2.4. La pluralidad cultural desde las precolombinas hasta
las modernas y desde las rurales hasta la cultura virtual, es
la realidad de América Latina que encierra muchos valores
y contravalores y que con nuestra metodología de poco
diálogo no hemos sabido reconocer los valores del Reino
ya presentes y la riqueza que ofrecen a la comunidad humana.
2.2.5. La experiencia de la fragmentación de la cultura
posmoderna que vive el presente y rechaza las utopías
y compromisos que vayan más allá del hoy, dificulta
nuestra promoción a las generaciones más jóvenes
de la vida religiosa como un compromiso permanente.
2.2.6. Los jóvenes en su situación de empobrecimiento,
marginación social, desempleo, e educación deficiente
caen en la falta de sentido, droga, prostitución, terrorismo,
pandillas, y son manipulados por los medios de comunicación
social, las imposiciones culturales y el pragmatismo inmediatista
que ha generado nuevos problemas en su maduración afectiva,
dificultando que asuman los valores propuestos por el Evangelio
y la vida religiosa.
II. MARCO DOCTRINAL
La situación religiosa, cultural, social y política
de América Latina tiene sus características propias,
que nos hacen descubrir entre los elementos básicos propuestos
por la Ratio, los que corresponden con mayor fuerza a nuestra
realidad.
1. Seguimiento de Jesús
Nuestra vida religiosa es principalmente seguimiento, que
se concretiza en la persona de Jesús de Nazaret, pues
como dice San Agustín: "Si te tienes por recluta
de Cristo, no abandones el campamento, en el que has de edificar
aquella torre de la que habla el Señor en el Evangelio."
El Cristo pobre, que vivió como y entre los pobres, el
servidor de su pueblo. De ahí la necesidad que desde
nuestra realidad latinoamericana la formación rescate
el significado que para los cristianos tenía el seguir
a Jesús. "Sirven a Cristo los que no buscan sus
propios intereses, sino los de Jesucristo. Esto es lo que quiere
decir 'Sígueme. Camina por mis caminos, no por los tuyos.'"
Pues el seguimiento nos introduce a una actitud: de encarnación
misericordiosa dentro de la realidad, a una fidelidad al servicio
de Dios y al despojo radical que ha de llevarnos a una esperanza
de vida nueva.
2. Espiritualidad cristiana
Partiendo de la convicción que la espiritualidad es
una forma viva y concreta de vivir en el Espíritu y según
el Espíritu (Gálatas 5,25), estamos urgidos a
replantear nuestra experiencia de vida en la formación,
vida que se orienta y define por Dios. "Dios no está
lejos de cada uno de nosotros, pues en Él vivimos, nos
movemos y existimos..." (Hechos 17,27-28)
La espiritualidad se manifiesta como una fuerza, savia que ilumina,
nutre y fortalece al religioso para una vida de compromiso con
el proyecto de Dios.
Dentro de una realidad de conflicto espiritual entre la fe
en Jesucristo y los dioses seculares, la negación de
la vida, crisis de alternativa para la historia, la cultura
de la muerte, nuevas espiritualidades (Nueva Era, neofundamentalismo,
etc.), la espiritualidad nos orienta para asumir el rumbo que
como religiosos hemos de seguir, para estar en sintonía
con la voluntad de Dios y la causa de su pueblo. Por eso la
formación necesita seguir cultivando y profundizando
una espiritualidad auténticamente cristiana, de hecho
es una experiencia que tiene San Agustín cuando afirma:
"Para ustedes soy obispo y con ustedes soy cristiano; no
quiero salvarme sin ustedes."
Para San Agustín, esta espiritualidad se abre a una dimensión
universal, particularmente con la imagen del Cristo Total, "ya
que como en su cuerpo están todos los hombres, por eso
Él habla como un único hombre."
Teniendo en cuenta que la devoción a María está
profundamente arraigada en la vida del pueblo latinoamericano,
es importante reconocer que María es modelo de discipulado
sin precedentes, por su "fe íntegra, esperanza sólida
y caridad sincera" . Ella es nuestro modelo en la formación
y a lo largo de nuestra vida.
3. Ética Comunitaria
Frente a una cultura determinada por una mentalidad individualista,
narcisista, utilitarista, la formación deberá
rescatar y potencializar un estilo de vida comunitaria. Pues
se trata de un "grupo de cristianos que han decidido libremente
reunirse, unidos por un solo corazón una sola alma, en
el camino hacia Dios."
De ahí la necesidad de vivenciar una ética con
características de fraternidad, solidaridad, gratuidad
y reciprocidad que nos prepara para una auténtica vida
comunitaria.
"Sería ya un gran logro si cada comunidad agustiniana
poseyese una atmósfera de amabilidad y afabilidad, y
pusiese en práctica lo que Agustín considera como
el corazón de todo amor: desear el bien para el otro
(amor benevolentiae). Este amor de los unos por los otros puede
adquirir distintas formas." "Charlar y reír
juntos, servirnos mutuamente unos a otros, leer en común
libros bien escritos, bromear dentro de los límites de
la estima y respeto mutuos, discutir a veces, pero sin aspereza,
como cuando uno discute consigo mismo. Incluso esta misma diferencia
de pareceres, que por lo demás era algo poco frecuente,
era la salsa con que aderezábamos muchos acuerdos. Instruirnos
mutuamente en algún tema, sentir nostalgia de los ausentes,
acogerlos con alegría a su regreso: estos gestos y otros
por el estilo, que proceden del corazón de los que se
aman y se ven correspondidos, y que se hallan su expresión
en la boca, lengua, ojos y otros mil gestos, muy gratos, eran
incentivos que iban fundiendo nuestras almas en una sola."
También esta experiencia comunitaria favorece el respeto
por las diferencias culturales y personales, y no provoca discriminación.
Una formación en una ética comunitaria nos dispone
a poder vivir con mayor fuerza, en base de las multiformes riquezas
que cada cultura con sus valores puede aportar para una auténtica
comunión de vida, construyendo la unidad y no la uniformidad.
La ética comunitaria permite una formación que
nos capacita para comprender y reconocer, respetar y admirar
al otro con sus dones y debilidades y así vivir una vida
de ternura y diálogo, libertad y esperanza.
4. Opción preferencial por los pobres
"El creciente empobrecimiento en el que están
sumidos millones de hermanos nuestros hasta llegar a intolerables
extremos de miseria es el más devastador y humillante
flagelo que vive América Latina y el Caribe... Las estadísticas
muestran con elocuencia que en la última década
las situaciones de pobreza han crecido tanto en números
absolutos como en relativos."
Frente al contexto de pobreza y marginación que vive
nuestro continente, la vida religiosa es desafiada a asumir
el compromiso teologal, bíblico y eclesial de solidaridad
con los pobres. Nos recuerda San Agustín: "Piensa
sobre todo en los pobres, de modo que aquello de lo que te privas
para poder vivir con lo justo, puedas convertirlo en tesoros
del cielo. Deja que Cristo pobre reciba aquello de lo que se
priva el cristiano que ayuna. Deja que la austeridad de una
alma llena de amor sea el sustento del necesitado. Deja que
la voluntaria necesidad de quien posee en abundancia se convierta
en la abundancia necesaria del que pasa necesidad."
"La siempre actual opción preferencial por los pobres,
en la que tanto insisten el Santo Padre y los documentos de
Medellín, Puebla, Santo Domingo," como también
los de la Orden, una opción "tan evangélica
y tan agustiniana, da forma a la identidad agustiniana latinoamericana,
e ilumina todo su ser y toda la actividad pastoral."
Creemos que el futuro de la Orden pasa por un compromiso profético,
junto a los pobres del continente latinoamericano, el cual ha
de superar los límites de la propia comunidad para extenderse
a la "realización de una sociedad mejor y más
justa."
La formación debe traducir la tradición y el carisma
de la Orden a partir del anuncio de la Buena Nueva a los pobres.
En verdad son los pobres que, dentro de esta sociedad materialista,
acumuladora y excluyente, denuncian la superabundancia de unos
pocos frente al empobrecimiento de la gran mayoría. Por
consiguiente, el compromiso con los pobres nos actualiza y nos
renueva en nuestra manera de ser agustinos hoy.
5. Opción preferencial por los jóvenes
Otra de las opciones de la Iglesia en el continente al lado
de la opción preferencial por los pobres es la opción
preferencial por los jóvenes: "los jóvenes
deben sentir que son Iglesia, experimentándola como lugar
de comunión y participación."
La Orden, como la Iglesia, confía en los jóvenes.
Son para ella su esperanza. Ve en la juventud de América
Latina un verdadero potencial para el presente y el futuro de
su evangelización, por ser verdadera dinamizadora del
cuerpo social, y especialmente del cuerpo eclesial.
"Por ello, queremos ofrecer una línea de pastoral
global: Desarrollar, de acuerdo con la pastoral diferencial
y orgánica, una pastoral de juventud que tenga en cuenta
la realidad social de los jóvenes de nuestro continente;
atienda a la profundización y al crecimiento de la fe
para la comunión con Dios y con los hombres; oriente
la opción vocacional de los jóvenes; les brinde
elementos para convertirse en factores de cambio y les ofrezca
canales eficaces para la participación activa en la Iglesia
y en la transformación de la sociedad."
Asumir el trabajo de formación en la línea de
Santo Domingo es reafirmar "la opción preferencial
pos los jóvenes proclamada en Puebla, no sólo
de modo afectivo sino efectivamente; esto debe significar una
opción concreta por una pastoral juvenil orgánica
donde haya un acompañamiento y apoyo real con diálogo
mutuo entre los jóvenes, pastores y comunidades."
6. Inculturación
El Documento de la Conferencia de Santo Domingo afirma: "La
inculturación del Evangelio es un proceso que supone
reconocimiento de los valores evangélicos que se han
mantenido más o menos puros en la actual cultura; y el
reconocimiento de nuevos valores que coinciden con el mensaje
de Cristo. Mediante la inculturación se busca que la
sociedad descubra el carácter cristiano de estos valores,
los aprecie y los mantenga como tales. Además, intenta
la incorporación de valores evangélicos que están
ausentes de la cultura, o porque se han oscurecido o porque
han llegado a desaparecer. 'Por medio de la inculturación,
la Iglesia encarna el Evangelio en las diversas culturas y,
al mismo tiempo, introduce a los propios valores, asumiendo
lo que hay de bueno en ellas y renovándolas desde dentro.'
"
La formación hoy en día es desafiada a ser redefinida
por el proceso de inculturación donde el formando es
sujeto (también) de su propia formación. Como
sujeto presenta un conjunto de valores y vivencias que deben
ser rescatados en su proceso formativo. Para esto, el formador
tiene que vivenciar una sensibilidad, una solidaridad con esta
realidad cultural del formando, favoreciendo el diálogo
fructífero y la aproximación evangélica
en vista de una verdadera formación evangelizadora. Es
imposible que el formando conozca la Buena Nueva del Señor
y valore su propia historia existencial si negamos o aplastamos
su identidad cultural. No favorecer el proceso de inculturación
es silenciar la identidad profunda de su propia historia, pues
como sostiene Agustín: "La Iglesia observa primero
qué saben ya de cierto los hombres para conducirlos de
allí a las verdades que aún no conocen o que no
quieren creer... De este modo la verdad, que antes se tenía
por falsa, se distingue de la falsedad porque es vista en armonía
con la verdad."
En la inculturación de la formación, ¿cuál
es entonces el papel del formador? Parece que el servicio del
formador sea de discernimiento, de iluminación sobre
los valores y antivalores de la cultura del otro (el formando).
El formador es también sujeto en el proceso formativo,
y promueve el conocimiento en la vida del formando a partir
del marco doctrinal que fundamenta y orienta el proceso de formación,
pero que nunca debe aplastar o excluir los valores evangélicos
propios de la cultura del formando.
Este proceso de inculturación favorece el rescate de
un modelo de vida donde el formando pueda vivenciar la resistencia
a todo lo que combate la vida, donde el formando tiene mayor
capacidad de luchar contra aquellas fuerzas que matan, que niegan
la vida en sus propias culturas. "Yo vine para que tengan
vida, y la tengan en abundancia" (Juan 10,10).
7. Nueva Evangelización
La Nueva Evangelización pedida por el Papa y el documento
de Santo Domingo, nueva en su ardor, en su método y en
su expresión, debe concretarse en la formación
de los jóvenes que llegan a nuestras comunidades y que
son el futuro y la esperanza de la Iglesia y continente de América
Latina.
"La Nueva Evangelización surge en América
Latina como respuesta a los problemas que presenta la realidad
de un continente en el cual se da un divorcio entre fe y vida
hasta producir clamorosas situaciones de injusticia, desigualdad
social y violencia, Implica afrontar la grandiosa tarea de infundir
energías al cristianismo de América Latina."
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