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Encuentro Continental de Educadores
La Cultura de la Paz


HISTORIA Y FUTURO

(Dra. Margarita Giesecke)

Esta ponencia me ha sido encomendada con el doble propósito de divulgar los acuerdos a los que se arribó en la Conferencia Internacional realizada en Cartagena de Indias, 1996, sobre el tema de la Enseñanza de la Historia la Integración y la Cultura de Paz y con el propósito de profundizar los principales planteamientos, al tiempo que esbozar algunos de los caminos a seguir.

¿Qué puede unir más al pasado y al futuro que la preocupación por la historia y su enseñanza en función de un futuro imaginado en la integración y proyectado en una nueva cultura?

El tema de la conferencia de Cartagena surgió en 1995 ante el apremio de cambiar los textos de enseñanza de historias nacionales que sistemáticamente inculcan en los niños el rechazo y el temor a sus vecinos. Y, en buena hora, se llegó a reflexiones más profundas que las inmediatamente planteadas.

Cambiar los textos en aspectos puntuales es inminente para algunos países y es probable que la predisposición hacia la integración Latinoamericana pueda así ser sembrada desde una tierna edad. Por lo demás el tema de la integración ha sido abordado y sistematizado por organismos internacionales y especializados y además ha sido y es una vivencia histórica en las zonas de frontera. Todo parece augurar buenos tiempos para la integración Latinoamericana.

Sin embargo, cambiar los textos en función a una Cultura de Paz es un problema complejo. Cultura de Paz es en cierta medida una utopía que en términos históricos recién comienza a seducir y convocar atenciones. Abordarla implica tener una cierta postura frente a la historia, el presente y el futuro, frente a la historia mundial o global, frente a las historias nacionales y a su enseñanza. Estos son algunos de los temas que abordaremos en este conversatorio, procurando no repetir las recomendaciones dadas en los dos tomos con las conclusiones de Cartagena.

 Historia y futuro.-

¿Qué podemos decir respecto a la historia y el futuro?

Para esta parte nos resultó inspiradora una conferencia precisamente con este título dada por el historiador Eric Hobsbawm en la universidad de Glasgow en 1981, en la que nos recordó que:

‘Cuando los historiadores y los filósofos tratan de hacer una marcada separación entre el pasado y el futuro fracasan. Ya que todos los seres humanos y las sociedades estamos enraizadas en el pasado – de nuestras familias, de nuestras comunidades, naciones y aún de nuestras propias memorias personales. Y todos, ahora como siempre, fijamos nuestras posiciones en relación con ese pasado, sea de manera positiva o negativa.’ (EJHp.38)

Recordando que el ser humano ha querido siempre predecir el futuro y que esto no ha cambiado nos recordaba Hobsbawm en aquella ocasión que hoy en día existe una gran industria dedicada a ello, una industria que no se detiene ante sus estrepitosos fracasos ni sus múltiples tropiezos. La Corporación Rand (Rand corporation) como producto de la desesperación por la predicción ha puesto al día una versión del Oráculo de Delfos. ’Aunque ustedes no lo crean el juego se llama ‘la técnica Delfos’. Consiste en pedir a un selecto grupo de expertos que consulten las entrañas de los gallinas y que luego saquen conclusiones de lo que ven.’ (EJH p, 39) Es vox populi que sobretodo los hombres del poder siempre han consultado y siguen consultando sobre su futuro.

Al otro extremo en el campo de las predicciones están, por ejemplo, la precisiones de la meteorología, cada vez más acertada. La enorme diferencia entre los meteorólogos y los historiadores es que los primeros saben que aun cuando logren acertadas predicciones no por ello lograrán cambiar el clima.

Los historiadores en cambio, podemos, sin recurrir a Delfos, leer en la historia ciertas tendencias a futuro y a diferencia de los meteorólogos podemos aspirar a cambiarlas.

En realidad desde el punto de vista del historiador Hobsbawm existen dos grandes diferencias entre la predicción histórica y cualquier otro tipo de predicción.

En primer lugar los historiadores por definición estamos preocupados con los ensamblajes complejos y cambiantes. Los asuntos más insignificantes tienen sentido solo dentro de este contexto. Aún cuando debemos y podemos individualizar los hilos del tejido sin costuras de las interacciones sociales, si no estamos interesados con el tejido mismo no deberíamos estar haciendo historia. Por ello, la predicción histórica está, en principio, designada a proveer de una estructura y textura general que, al menos potencialmente, incluya los medios para contestar cuestiones específicas. (EJH p42).

En segundo lugar: como teóricos los historiadores no estamos interesados en la confirmación de las predicciones. Muchas de las predicciones, de cualquier forma, no podrían ser evaluadas en el término de una vida. Pensar lo contrario restringiría el alcance del análisis social y demostraría una total incomprensión de la historia, cuya esencia es estudiar las transformaciones en el tiempo.

La primera lección que un historiador profesional aprende es la de estar alerta con respecto a los anacronismos, con las diferencias que a primera vista parecen ser lo mismo. Alerta con las transformaciones históricas que hacen del pasado guías fundamentalmente inadecuadas para el presente. A pesar de que la historia del Japón Tokugawa es relevante para el Japón hoy día, y la dinastía T’ang para China en 1998, no tiene sentido pretender que cualquiera de ellos, Japón o China, puede ser entendido simplemente como la prolongación modificada de su pasado, tenemos que dar el debido peso a las grandes transformaciones ocurridas en los siglos XVIII y XIX (EJH p, 29).

Las predicciones basadas en análisis, sean estas prospectivas o retrospectivas, serán siempre un aquilatamiento, o una evaluación cuidadosa de las de probabilidades o no serán nada. (EJH p, 45)

En este sentido para un historiador de su talla las únicas predicciones cronológicas que conocemos y que infunden cierta confianza son aquellas basadas en una periodicidad regular detrás de la cual sospechamos, nos dice Hobsbawm, existe un mecanismo explicable aun cuando no lo entendamos.

Desde 1920’s – en realidad desde 1900 – algunos observadores han sido impresionado por el hallazgo de patrones seculares de periodos en la economía mundial de unos veinte a treinta años de expansión económica y prosperidad alternados con periodos de dificultades económicas de aproximadamente la misma duración. Estos ciclos son conocidos como ‘las hondas largas Kondratiev’.

Ellas nos permiten hacer predicciones no solo sobre la economía, sino también, en una forma más general, sobre los escenarios sociales, políticos y culturales que acompañan los ciclos alternados. La periodificación de la historia de los siglos xix y xx que los historiadores de Europa encuentran más útil, en efecto, coincide largamente con las hondas Kondratiev. (EJH p, 50)

Aparte de estas posibilidades de predicción basadas en la cronología, lo que los historiadores tenemos entre manos es un rango de probabilidades marcadas por el rumbo mismo de la sociedad. Lo que equivale a tener un rango de predictabilidad que no es exactamente lo mismo que predecir. (EJH p, 38)

Entre la responsabilidad ante la historia y la fascinación por el futuro existe una postura filosófica. Hemos escogido ir a dos citas del historiador Jorge Basadre - una de nuestras mejores fuentes historiográficas republicanas- que resumen una posición lúcida entre el pasado y el porvenir.

‘Somos producto del pasado y estamos viviendo en lo que de él quedó al deslizarse para convertirse en presente. Por todas partes nos rodea; pero a la vez, tenemos que vivir nuestra propia vida, como individuos, como pueblo y como Estado. Percibir este dualismo es precisamente tener una CONCIENCIA HISTÓRICA. Y lo curioso es que, como pueblo, nos ha faltado esa conciencia histórica aunque no nos hayan faltado a partir del siglo XVI magníficos historiadores.’ (J.B. p, 179)

‘El pensamiento histórico auténtico no corta, por cierto, relaciones con el pasado; pero tampoco vive sólo sumergido en él. Se levanta sobre él idealmente y lo trueca en conocimiento. Lo que se procura es una orientación dentro del mundo en que vivimos y en el que hemos de cumplir nuestra propia misión y nuestro deber propio. Por ello, la historia estimula para hacer una verdadera vela de armas que no admite estupefacientes o enervantes, y así en vez de ser un carcelero, nos abre las puertas de una prisión en la que de otra suerte acaso permaneceríamos encerrados.

La ciencia y la cultura histórica verdadera (y esto deben tenerlo en cuenta en todo momento los profesores de historia) existen en su más profundo sentido, con el propósito esencial de mantener y también con el propósito de desarrollar la vida activa y civilizada de la sociedad humana’. (J.B. p, 180).

 

2. Hoy: Mundo Frágil y el papel de la historia.

¿Qué significa tener una conciencia histórica en el mundo actual?

¿Qué perspectiva de presente, de historia y de futuro nos ofrece la cultura de paz resumida en los documentos de naciones unidas?

El día de ayer nos recordaba don Augusto Ramírez Ocampo que un mandato fundacional de las Naciones Unidas fue 'sembrar la paz en la mente de la gente'.

50 años más tarde el Director General de la UNESCO nos plantea que quizá hoy en día, pasada la guerra fría, y la amenaza de un holocausto nuclear, más que nunca antes en la historia, el mundo necesita de esta solidaridad para dar forma a nuestras prioridades y decisiones.

Por encima de todas ella está la transformación, quizá la más difícil y trascendente en la historia de la humanidad, de una cultura de guerra a una cultura de paz.

Una prioridad que tiene sentido en estos tiempos cuando la humanidad sale consternada de un siglo que se ha denominado el 'corto siglo XX' o 'Edad de los Extremos'. Un siglo técnicamente iniciado por la primera guerra mundial y concluido con la caída del muro de Berlín marcando el fin de la polarización Este-Oeste. Un siglo que ha sido catalogado por personalidades como Isaiah Berlin (Filósofo Británico), como René Dumont (Agrarista y ecologista Frances) y William Golding (Nobel escritor inglés), como 'el más terrible de la historia de Occidente', como 'una centuria de masacres y guerras' y como 'la mas violenta centuria en la historia de la humanidad'.

Un siglo del que la humanidad despierta, solo para ser enrostrada, con la permanencia de conflictos altamente peligrosos y la impotencia ante el estallido de la guerra en Bosnia, bajo el escalofriante lema de la 'limpieza étnica'. Una realidad que nos demuestra que el discurso de paz no se logró interiorizar en todas las naciones, ni pueblos, ni individuos.

Por ello, insiste Federico Mayor en una transformación que antes podría haberse visto como utópica, pero que hoy es vista como posible y sobretodo, como indispensable para el futuro y supervivencia de la humanidad.

Ayer vimos ampliamente el origen y significado de Cultura de Paz, hoy queremos retomar solamente un concepto operativo que dieron unos 20 expertos en la reunión Consultativa de París en 1994. Definieron Cultura de Paz :

'Como una transición de sociedades dominadas por el Estado, como único organizador de la seguridad en un mundo peligroso, hacia una sociedad civil de todos los días, promoviendo la participación ciudadana en los asuntos nacionales e internacionales.'

3. Respecto al papel de la Historia en la construcción de una cultura de paz.-

Esta definición operativa nos provocó una enorme curiosidad por encontrar el papel que se le atribuye a la historia en la construcción de una cultura de paz.

Aún cuando el tema de la historia en la construcción de la paz no ha sido abordado directamente ni de manera separada, por los documentos trabajados por UNESCO, está implícito en una serie de reflexiones y mandatos que quisiéramos explorar con ustedes.

Una primera reflexión englobante nos da una alternativa concreta al desarrollo humano tal como ha venido dándose en la cultura de la guerra, es decir en la historia.

'El desarrollo sustentable requiere de la inversión en el capital humano a través de la educación antes que del gasto en armamentos o de la sobre explotación del medio ambiente.'

Es bastante obvio que el rechazo a una cultura de guerra y el deseo de reemplazarla por una cultura de paz es de por sí una alusión crítica a la historia de la humanidad.

Encontramos además en los documentos de UNESCO por lo menos tres referencias sueltas que aluden directamente al terreno de las mentalidades:

1). ‘La guerra y la violencia no son automáticamente parte de la naturaleza humana: el deseo de paz yace profundamente en el corazón de cada ser humano'.

2). Hay que librarse de los mitos - específicamente de los mitos y símbolos que previenen a la gente de tomar una responsabilidad para el futuro'.

3). Hay que 'Superar la lógica de los bloques tales como el conflicto Este-Oeste – (que nosotros proponemos cambiar por sur-norte o primer y tercer mundo) aceptando un mundo de pluralidad, diversidad y tolerancia'.

A lo largo de las demás propuestas o bases para la construcción de una cultura de paz, nos invitan a repensar la historia no solamente desde el significado de la guerra, la naturaleza humana, la libertad de los mitos y la división del mundo en bloques, sino a través de cinco recomendaciones y dos añadidos centrales que contemplan el orden valorativo, así como nuevos contenidos y protagonistas de la historia.

1. 'Desmitificar las amenazas' - y el reconocimiento de que 'los otros' no son necesariamente nuestros enemigos. 'La alteridad' está en el corazón de la cultura de paz.

2. La necesidad de lograr la: 'feminización de la cultura - para así poder reemplazar el sistema de la guerra que ha caracterizado a la autoridad y jerarquías sociales dominadas por los hombres'.

La educación, según instituciones que han recibido premios Nobel de la paz, no solo debe atender la calidad y el contenido sino que tiene que tomar en cuenta particularmente el rol de las mujeres. Pues son ellas las que enseñan a sus hijos los elementos de la vida social y pueden desarrollar en ellos un espíritu de paz.

3. En un tercer punto y relacionado con el anterior, se nos plantea una relación directa entre educación, rol de la mujer y rol de la enseñanza de la historia.

Se sabe que la educación comienza en la casa, por lo que se nos propone que en ella no se debería seguir tratando a la historia como una sucesión de batallas, sino como la:

'Acumulación de experiencia humana; de trabajo, de esfuerzos para cultivar la naturaleza, de compasión y de construcción, y de expresión artística en la que tanto los hombres como las mujeres tienen su lugar.'

4. En otro acápite del documento analizado, se señala como indispensable abordar el tema de la identidad cultural. Para ello nos proponen revertir los efectos de las políticas imperialistas y coloniales, pero, siendo sumamente cuidadosos de no imponer una sola cultura universal.

5. Se afirma que la enseñanza debería elevarse por sobre las tradiciones nacionalistas y los hechos militares del pasado y se deberían presentar todas las civilizaciones así como la mayor cantidad de problemas que confronta la humanidad tales como el hambre y la carrera armamentista.

Los dos añadidos son:

1. '- la revisión de la historia para descubrir como contribuyó la gente en general con el desarrollo de sus culturas.

2. - '- la investigación de los actores o protagonistas no-militares para luego convertirlos en modelos a ser imitados.'

Por la tiranía del tiempo no pudimos desarrollar en la ponencia oral el conjunto de sugerencias que complementaran los dos añadidos centrales y que incluimos en el pie de página no.13. A las que sin embargo merece la pena hacer un comentario escrito. Si las releemos cuidadosamente encontraremos que el eje de la reflexión está puesto en la alteridad como un descubrimiento del ‘otro’ que tiene los mismos derechos de ser humano que tengo yo. Este descubrimiento en la cultura occidental significa un descubrimiento del más débil léase: las mujeres, los seres anónimos, los artistas, las culturas ‘no exitosas’, o desconocidas, las ‘razas’ marginadas. Ciertamente la mentalidad y conducta que dieron lugar a esta ‘cultura’ tienen una explicación en la historia de la humanidad. De tal manera que reorganizado el tema de la historia en todo el material reunido por el Programa de Cultura de Paz de Naciones Unidas uno de los aportes mas importantes a la cultura de paz será re-preguntarle a la historia sobre el porque y el cómo de una cultura de guerra que con el llegar del nuevo milenio los seres humanos encontramos urgente cambiar.

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