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Proyecto Hipona:
Corazón Nuevo
Encuentro Vida Sempre Nova
São Paulo, Brasil
mayo2003:

Crónica del Encuentro

Homilia de Apertura (Prior General)

Discurso de Apertura del Prior General

Comentario del Equipo de Animación sobre el Desarrollo del Proyecto

Comentarios

 

III. “CAMINAR DESDE CRISTO” Y NUESTRO PROYECTO “HIPONA-CORAZÓN NUEVO”


Introducción.

Por lo que tanto Miguel Ángel como Mario han expuesto ya y, sobre todo, porque seguramente ya todos Uds. han leído y conocen este documento que la Congregación para los Institutos de Vida Consagrada y las sociedades de Vida Apostólica publicó en mayo del año pasado: “Caminar desde Cristo”, un renovado compromiso de la vida consagrada en el tercer milenio, considero que resulta muy fácil reconocer las estrechas relaciones entre este documento y los pasos que en nuestro proceso de renovación Hipona-Corazón Nuevo hemos ido dando ya desde hace diez años.

Por lo mismo, este documento que quiere recoger el sentir, la experiencia y la voz de la Iglesia respecto a la vida consagrada viene a constituirse en una palabra de aliento, puesto que nos ayuda a ver que el camino que nuestra Orden ha emprendido en América Latina es precisamente el que esta pidiendo y alentando la Iglesia.

Bastará, pues, hacer referencia a algunos puntos del contenido de este documento, al mismo tiempo que recordamos los resultados que fueron surgiendo de cada uno de los pasos que hemos ido dando a lo largo de nuestro proceso.

A)    EL OBJETIVO DE NUESTRO PROCESO HCN.

En primer lugar, hemos de recordar cuál es el objetivo último y la finalidad de todo nuestro proceso: “Promover en la Iglesia, inmersa en la sociedad, un dinamismo de conversión y renovación permanentes por el testimonio de santidad comunitaria de la Orden en América Latina”.

Desde un principio (cf. nn.1-2), este documento orienta todo intento de renovación de la vida consagrada hacia la santidad, como el deseo de una más intensa vida evangélica, que busca encarnar la presencia del Señor en el mundo y hacer sentir la fuerza del Espíritu que ya está presente en la historia del hombre, por lo que se “invita a los consagrados y consagradas, en sus ambientes y culturas, a dirigir la mirada sobre todo a la espiritualidad” (n.4). Y nos invita a ver la llamada a seguir a Cristo como un don de la Trinidad para todo un Pueblo de elegidos: “consagrados y consagradas  condividen con los fieles la vocación a la santidad y al apostolado” (n. 8). Nos dice también más adelante que “el sentido dinámico de la espiritualidad ofrece la ocasión de profundizar, en esta época de la Iglesia, una espiritualidad más eclesial y comunitaria, más exigente y madura en la ayuda recíproca en la consecución de la santidad, más generosa en las opciones apostólicas” (n. 20).

Más adelante remarcará el documento el carácter profundamente comunitario de la santidad que busca “hacer de la Iglesia la casa y la escuela de la comunión... para responder a las profundas esperanzas del mundo”(n. 28), creando un nuevo clima de comunión en el que “los sacerdotes, los religiosos y los laicos, lejos de ignorarse mutuamente o de organizarse sólo en vista de actividades comunes, pueden encontrar la relación justa de comunión y una renovada experiencia de fraternidad evangélica y de mutua emulación carismática, en una complementariedad siempre respetuosa de la diversidad” (n 31).

En éstas y otras expresiones de este documento encontramos reflejado el mismo sentimiento y el mismo anhelo hacia el que tiende todo nuestro proceso Hipona-Corazón Nuevo.

B)    INICIO DEL PROYECTO.

Nuestro proyecto de renovación ha surgido, indudablemente, de esa inquietud que señala el n. 2: “¿Cómo descifrar en el espejo de la historia y en la actualidad (de América Latina) las huellas y signos del Espíritu y las semillas de la Palabra, presentes hoy como siempre en la vida y en la cultura humana? ¿Cómo interpretar los signos de los tiempos en una realidad como la nuestra, en la que abundan las zonas de sombra y de misterio?... Sólo Él (Cristo), presente entre nosotros, puede hacernos comprender plenamente su Palabra y actualizarla, iluminar las mentes y encender los corazones”.

Y ha sido desde la reflexión sobre nuestra realidad desde donde ha surgido “la necesidad de un renovado compromiso de santidad, poniendo en evidencia los interrogantes y las aspiraciones que, en las diversas partes del mundo (y para nosotros concretamente aquí en América Latina) las personas consagradas advierten, recogiendo los aspectos más significativos”, y que nos hace nos hace redescubrir nuestra vocación como “un don que va siendo transformado y puesto en práctica con la fidelidad al seguimiento de Cristo según los consejos evangélicos  y con la fuerza de la caridad vivida diariamente en la comunión fraterna y en una generosa espiritualidad apostólica” (n. 4)..

Y en el punto de arranque de nuestro proyecto de renovación, como nos dice el n. 4, no hemos escondido las dificultades, las pruebas, los retos a los que nuestra vida consagrada está hoy sometida en nuestra realidad latinoamericana, sino que los hemos querido leer como una nueva oportunidad para descubrir de manera más profunda el sentido y la calidad de nuestro ser de religiosos agustinos.

C)    NUESTROS “PRINCIPIOS ILUMINADORES”:

Cuando, durante nuestro proceso de renovación, reflexionamos juntos sobre los “principios” que deberían iluminar nuestro caminar, concluimos en que estos deberían ser:

a. Principios generales:

  • Actitud contemplativa
  • Edificar la ciudad de Dios
  • Promotores de comunión
  • Tras las huellas de la primitiva comunidad cristiana

b. Principios específicos

  • La comunidad como familia
  • Corresponsabilidad en la Vida comunitaria
  • Corresponsabilidad en el trabajo apostólico
  • Compartir los bienes
  • Caminando juntos hacia Dios

El documento “Caminar desde Cristo”, en diversos números remarca que éstos deben ser la pauta de una adecuada renovación de la vida consagrada y, aun cuando habla de la vida consagrada en general, encontramos ahí resaltados ciertos valores propios de nuestro carisma agustiniano.

Así, cuando nos dice que: “La presencia activa de las personas consagradas ayudará a las comunidades cristianas a ser laboratorios de la fe, lugares de búsqueda, de reflexión y de encuentro, de comunión y de servicio apostólico, en los que todos se sienten partícipes en la edificación del Reino de Dios en medio de los hombres... compartir y contagiar los valores propios que están al origen de la donación de la propia vida a la causa del Reino” (n. 16).

Igualmente, señala que: “Este estado de vida, que con la profesión de los consejos evangélicos da a los rasgos característicos de Jesús una típica y permanente visibilidad en medio del mundo, vive hoy un tiempo particular de reflexión y de búsqueda con modalidades nuevas y en culturas nuevas”.

La tercera parte del Documento, que pone a la Vida Espiritual en primer lugar, nos hace referencia a la actitud de docilidad y disponibilidad a la acción del Espíritu, que desde la oración y contemplación (cf. nn.21-27), podamos descubrir las propias raíces y las propias opciones en la espiritualidad y abrir caminos hacia el futuro.

D)    TENDENCIAS DE FUTURO EN EL MUNDO, EN LA VIDA RELIGIOSA Y EN LA ORDEN EN AMÉRICA LATINA.

El análisis que hicimos, a la luz de la realidad que nuestro mundo nos presenta y, especialmente América Latina, para poder ver las perspectivas de la vida religiosa y de nuestra Orden hacia el futuro, responde a lo que el Documento nos dice en el n. 1: “... los dramáticos sucesos en el mundo de estos últimos años han impuesto a los pueblos nuevos y más fuertes interrogantes que se añaden a los ya existentes, surgidos en el contexto de una sociedad globalizada, ambivalente en la realidad, en la cual ‘no se han globalizado sólo tecnología y economía, sino también inseguridad y miedo, criminalidad y violencia, injusticia y guerras’”, y esto nos llama a dar nueva fuerza a la dimensión profética de nuestra vocación.

 

E)     PROYECTO DE VIDA DE LA ORDEN AGUSTINIANA EN AMÉRICA LATINA.

De todo lo anterior surgió nuestro proyecto de vida agustiniana en América Latina. Y al revisar las opciones, las actitudes y los fines que hemos propuesto como camino para la realización de nuestro proyecto de vida, encontramos que todo esto responde plenamente a lo que son los anhelos de la Iglesia, expresados en este Documento. Dice en el n. 1: “La Iglesia cuenta con la dedicación constante de esta multitud elegida de hijos e hijas (consagrados) con ansias de santidad y con entusiasmo de su servicio, para favorecer y sostener el esfuerzo de todo cristiano hacia la perfección y reforzar la solidaria acogida del prójimo, especialmente del más necesitado. De este modo, se reafirma la presencia vivificante de la caridad de Cristo en medio de los hombres”.

Nosotros consideramos que las opciones globales, las actitudes globales y los fines últimos que habían de mover todo nuestro proceso de renovación tenían que ser:

a. Opciones globales:

  • Un estilo agustiniano de vida fraterna como signo e instrumento de comunión: “Una sola alma y un solo corazón hacia Dios”.
  • Un estilo de acción pastoral fiel a nuestro carisma y a las grandes opciones de la Iglesia y de las Conferencias Generales del Episcopado de América Latina, como signo e instrumento de comunión con nuestra Iglesia.
  • Un estilo de presencia en el mundo que responda, desde nuestro carisma, al desafío de los signos de los tiempos y lugares, como signo e instrumento de comunión con la humanidad

b. Actitudes globales:

§         De amor universal y solidaridad concreta, especialmente con los más pobres y los excluidos.

  • De constante conversión y renovación.
  • De diálogo.
  • De servicio.

c. Fines últimos:

  • El Reino de Dios
  • La santidad personal y comunitaria.

Y todo lo anterior lo encontramos plenamente corroborado y propuesto por este Documento, que nos pide redescubrir y fortalecer el propio carisma, lo mismo que una acción apostólica plenamente integrada a la Iglesia particular en la que nos encontremos, para en ella, frente a los retos de la situación actual, podamos ser signos e instrumentos de comunión en la Iglesia y con el mundo (cf. nn. 20. 28-29). Además, nos hace ver que esta renovación no puede darse tan sólo con los impulsos e iniciativas aisladas, ni se puede actuar de manera improvisada, sino que nos habla de la importancia y necesidad de la planificación, y de una planificación orgánica y eficiente (cf. n. 36).

Igualmente, en varios de sus números nos remarca que la misión de la vida consagrada, como la de toda la Iglesia, esta en ser instrumento en la construcción del Reino de Dios (cf. n. 9), y que ese Reinado de Dios no puede darse sino en la respuesta a la vocación a la santidad, y que esta santidad no puede darse sino en la relación comunitaria.

Podemos decir, por todo esto, que nuestra reunión, al igual que el documento lo hace en relación a la exhortación apostólica Vita consecrata, quiere ser un momento para preguntarnos por la eficacia con que ha sido acogido y llevado a la práctica en el interior de cada uno de nosotros, de nuestras comunidades y de nuestras circunscripciones, todo el trabajo hasta aquí realizado, a lo largo de diez años, conscientes de que lo importante es que podamos llevar a la práctica todo lo que hasta ahora hemos profundizado y programado.

Quiero terminar haciendo referencia a lo que el documento nos dice en el n. 17, donde nos recuerda que nuestro estado de vida, que con la profesión de los consejos evangélicos da a los rasgos característicos de Jesús un típica y permanente visibilidad en medio del mundo, vive hoy un tiempo particular de reflexión y de búsqueda con modalidades nuevas y en culturas nuevas. Éste es ciertamente un inicio prometedor para el desarrollo de expresiones inexploradas de sus múltiples formas carismáticas (cf. n. 17).

Las transformaciones en marcha nos exigen dar un fuerte sentido evangélico a nuestra presencia en la Iglesia y a nuestro servicio a la humanidad.

Este documento “Caminar desde Cristo”, nos ofrece, pues, alentadoras palabras que, coincidiendo plenamente con lo que dentro de nuestro proyecto de renovación Hipona-Corazón Nuevo ha ido surgiendo, nos hace sentir el apoyo y el aliento del sentir de la Iglesia para todas las formas de la vida consagrada y nos anima a continuar por este camino.

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