logotipo de OALA


thumb_jubileo2000.gif (2444 bytes)
!Que Rompa las Cadenas de la Injusticia!

Declaraciones del Papa Juan Pablo II acerca de la Deuda Externa

Declaraciones de los Obispos de América Latina acerca de la Deuda Externa

Declaración del Consejo General de la Orden

Declaración de los Agustinos de América Latina sobre la Deuda Externa

 

Texto completo de los documentos del Papa Juan Pablo II que se refiere a la Deuda Externa:
Sollicitudo Rei Socialis

Centesimus Annus

Incarnationis Myserium

Tertio Millennio Adveniente

Jornada Mundial de Oración

Ecclesia in América

Ecclesia in Africa

Texto Completo de los Documentos del Episcopado Latinoaméricano:
Medellín

Puebla

Santo Domingo



Comentarios o Preguntas o email:oalaosa@gmail.com

Jubileo2000-sm.jpg (15838 bytes)

I Conferencia Latinoamericana de Cancelación de la Deuda Jubileo 2. 000

Tegucigalpa, Honduras 25 al 27 de enero de 1999


María Cristina Iglesias: Propuesta para una estrategia común latinoamericana

1. Integración Latinoamericana y Deuda Externa: Hacia un Nuevo Orden en las Relaciones Internacionales.

Es momento de que los pueblos latinoamericanos se planteen una agenda de trabajo que permita, además de configurar una visión compartida sobre los grandes temas que hoy se debaten en el mundo, desarrollar estrategias que incidan de manera determinante en la vida institucional de nuestros países, con acciones concretas en lo social y lo político que expresen alternativas, junto a una clara voluntad de cambio, frente a la globalización neoliberal de la pobreza y la exclus1ón en que viven miles de millones de compatriotas en todo el Continente.

Atender la necesidad de promover y facilitar la construcción de un foro permanente Jubileo 2.000 para el encuentro de los movimientos populares de la Región, que surja a y se proyecte más allá del ámbito declarativo y, partiendo de nuestras coincidencias, logre constituirse en instrumento para aunar voluntades y diseñar estrategias comunes que, respetando la naturaleza, autonomía y particularidades de cada uno de nuestros pueblos, organizaciones y movimientos sociales, logre interrumpir la progresiva acumulación de problemas promoviendo acciones, coordinando y potenciando esfuerzos que expresen posibilidades distintas de desarrollo económico, político, social y cultural en América Latina.

Se trata, en primer termino, de acordar una agenda de debate y acciones concretas, inmediatas, sobre los grandes temas y problemas de interés general, en función de los retos que plantea el proceso de mundialización, con el propósito de oponer una visión alternativa a la globalización neoliberal.

Avanzar Juntos hacia un nuevo marco de relaciones internacionales, fundamentado en los valores de la democracia y el respeto de los derechos humanos, en el desarrollo económico con equidad, en la paz fundamentada en la justicia y relaciones de solidaridad entre los pueblos y naciones, en el respeto y reconocimiento de la diversidad cultural, y en la preservación de la naturaleza.

Abrir el horizonte a la integración de la gran Patria Latinoamericana y a una nueva visión, una visión propia del mundo, de cara al Tercer Milenio en la historia de la Humanidad, que contribuya a superar la dependencia estructural de nuestras economías. Dependencia que reproduce la pobreza en el seno de las sociedades desarticulándolas, marginando y excluyendo a la gente, y reduciendo el papel de los estados al de simples administradores de la pobreza y el desempleo, cuyas soberanías son hipotecadas como tributo para una precaria sobrevivencia

En el camino que conduce a ese nuevo marco de relaciones internacionales, existe un tema que llama la atención especial, ya que en si mismo representa la forma más sofisticada, perversa y efectiva de dominación que hoy se ejerce en el Continente y en el mundo. Se trata de la deuda externa, cuya solución es condición para que los países latinoamericanos puedan empezar a hablar con voz propia y desembarazarse de una pesada carga colocada sobre la espalda de los sectores sociales más desprotegidos, que hoy representan más del setenta por ciento de la población de cada una de nuestras naciones, condenados a sobrevivir en situación indigna de extrema pobreza y desesperanza.

Una deuda externa acumulada en condiciones de corresponsabilidad entre el gran capital financiero internacional, gobiernos y particulares de nuestros países, que en ningún caso ha servido para el desarrollo de los pueblos, sino para la extracción y la acumulación improductiva de riquezas, la especulación financiera, la corrupción y la impunidad.

Una deuda usurera, que se reproduce de manera arbitraria a si misma y no es posible ninguna variante para su pago, ya que deben contraerse nuevas deudas para pagar deudas anteriores. Así, el territorio latinoamericano y casi todas sus riquezas se han vendido, privatizado o hipotecado, mientras la deuda y la dependencia de nuestros países a la globalización neoliberal, continúan creciendo.

Hasta ahora mientras más se paga más se debe, y las derogaciones por concepto de deuda superan con creces las inversiones extranjeras en cada país. Por otra parte, la voracidad de quienes controlan el sistema financiero internacional, el modo y volumen en que operan los capitales especulativos y el desastre acontecido en economías como las del sudeste asiático, Rusia, los propios países latinoamericanos, y los centros bursátiles más importantes han generado alerta entre los líderes financieros del mundo, al punto que incluso se está planteando una moratoria de deuda para los países en desarrollo. Salida poco ortodoxa para quienes hasta ahora se consideraban ingenieros del equilibrio financiero mundial que, sin embargo, no logran ponerse de acuerdo sobre la necesidad de regular el flujo de capitales y contener la especulación, o la dimensión de los cambios que deben operar en los organismos financieros existentes, para evitar colapsos mayores.

Se trata de una deuda feroz e inmoral, que obliga a los pueblos a continuar anclados en la tiranía de la pobreza, y a entregar a los acreedores los medios necesarios para la solución de problemas nacionales. Es una nueva esclavitud que contrasta escandalosamente con los avances de la ciencia y la tecnología, con la enorme concentración de poder y de riqueza en manos de unos pocos y, en definitiva, con la posibilidad real que hoy existe para desterrar el hambre, la enfermedad, la ignorancia, la miseria de nuestro Continente y de la Tierra.

Es, además, una deuda impagable desde el punto de vista jurídico porque, según principios generales del derecho internacional, no puede imponerse al deudor el cumplimiento de una obligación que le resulte ruinosa, cuando lo verdaderamente legítimo seria dar por cancelada una deuda que se contrajo al margen de la voluntad, de los pueblos y, en muchos casos, violando ordenamientos jurídicos internos de los piases, normas y principios internacionales. S *in embargo, es a la gente, al pueblo, a quien se está cobrando esta deuda, en detrimento de su propio desarrollo y hasta de su supervivencia.

También es una deuda inaceptable desde el punto de vista político. Resulta claro que sólo utilizando más y más represión para continuarse sometiendo a los pueblos. Situación políticamente difícil de disimular, de asumir o de justificar para los regímenes que se autodefinen como democráticos.

Frente a este panorama de inequidad social, de atraso económico e inestabilidad política que plantea el modelo de crecimiento económico con exclusión social impuesto a escala global - uno de cuyos mecanismos regulatorios para el sometimiento de pueblos y naciones es la deuda externa -, la integración latinoamericana, el viejo sueño que heredarnos de Simón Bolivar, aparece como una necesidad de primer orden, considerada en el marco de un desafío económico, político, social cultural que valorice la dignidad del ser humano y que a ella subordine los intereses del capital.

Para lograrlo con un sentido verdaderamente transformador, es necesario despertar al pueblo. Que la gente reaccione y tome posición. Despejar cualquier vestigio de duda o de indiferencia. Porque, a fin de cuentas, los mejores allados de las politicas fondomonetaristas y del gran capital financiero, son la ignorancia y desmovilización de quienes sin clara consciencia de ello, sufren pasivamente las consecuencias de las decisiones de aquellos que se adjudican la propiedad del mundo.

Hacer que la sociedad sea protagonista. Democratizar el poder. Que el pueblo organizado construya para si opciones para el cambio. Que decida, además, sobre la aplicación futura de los recursos públicos hoy destinados al servicio de la deuda que, en casos como el de Venezuela, superan holgadamente el cuarenta por ciento del presupuesto, en detrimento de la inversión social y productiva que debería hacer el estado.

Por eso es necesario masificar la información sobre deuda externa. Simplificarla de tal manera que deje de ser únicamente materia de expertos y de ventilarse en manos de especialistas. Que de una vez por todas se empiecen a develar los misterios de la deuda, que todos podamos acceder a informaciones hasta ahora reservadas por los gobiernos y las instituciones financieras. Que sepamos claramente los supuestos montos a que esta asciende, además de conocer el rostro de los grandes acreedores, ocultos tras la trampa de los bonos al portador. Que podamos ver los títulos o pagares a fín en poder de la banca a los que tenemos derecho, y conocer exactamente las condiciones de contratación y refinanciamiento, sin mas sombras en los acuerdos. Discriminar entre deuda legal e ilegal, legitima e ilegitima, entre deuda publica y deuda privada asumida como publica, y comenzar a establecer responsabilidades, proponer y tomar acciones concretas contra los corsarios, la piratería o el filibusterismo financiero que configura la realidad virtual de este fin de siglo.

Lograr que el tema deuda externa se convierta en cotidiano como cotidiana es su influencia en la vida de las personas, cuya pobreza es directamente proporcional a la carga que representa la deuda externa en los presupuestos nacionales y al daño que en muchos casos se causa a la naturaleza. Por eso hay que desfilar y poner en marcha una campaña que permita informar e incentivar la movilización de la gente en todo el Continente y buscar allados en todo el mundo. No existe un solo país latinoamericano que no esté endeudado y es claro que no son posibles soluciones individuales frente a este problema cuya influencia ha sido notable, si analizamos en sus orígenes la globalización de la pobreza.

En esta tarea los enemigos son muy poderosos, encaman los intereses y tienen los recursos de quienes históricamente han sido adversario cualquier intento de la Humanidad por realizar los ideales de justicia social. Pero también hay hallados importantes que, desde diferentes credos, posiciones ideológicas, y distintos ámbito de acción, han comenzado nuevamente a expresarse. Tal es el caso de los máximos representantes de las iglesias Evangélicas y Católica, así como de organizaciones y partidos políticos de diverso signo; universidades en todo el Continente, organizaciones no-gubernamentales, gremios profesionales, federaciones y confederaciones de trabajadores; el Parlamento Latinoamericano, la Un1ón Interparlamentaria Mundial, otros parlamentos regionales y nacionales; el Grupo de los Setenta y Siete; intelectuales y personalidades de relevancia mundial.

Con el concurso de todos ellos y el impulso de las sociedades actuando, resulta factible desplegar la estrategia que permita lograr objetivos concretos en materia del tratamiento que se ha venido proporcionando al tema deuda externa, por parte de nuestros gobiernos, parlamentos, y de los propios organismos internacionales.

next2.jpg (1350 bytes)ver la segunda parte de la ponencia