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!Que Rompa las Cadenas de la Injusticia!

Declaraciones del Papa Juan Pablo II acerca de la Deuda Externa

Declaración del Consejo General de la Orden

Declaración de los Agustinos de América Latina sobre la Deuda Externa

Texto Completo de los Documentos del Episcopado Latinoaméricano:
Medellín

Puebla

Santo Domingo



Comentarios o Preguntas o email:oalaosa@gmail.com

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Los Obispos de América Latina y la Deuda Externa

"La deuda no es un problema más.   Es el problema... La deuda externa es como una lápida...que prohibe que el pueblo alcance la resurrección a una vida mejor. Es indispensable que la piedra sea quitada."
Mons. Oscar Andrés Rodríguez
Presidente de CELAM



Los Obispos de América Latina y el Caribe en su IV Conferencia General en Santo Domingo (1992) comentan:

Evangelizar es hacer lo que hizo Jesucristo, cuando en la sinagoga mostró que vino a «evangelizar» a los pobres (cf. Lc 4, 18 -19). él «siendo rico se hizo pobre para enriquecernos con su pobreza» (2Cor 8, 9). él nos desafía a dar un testimonio auténtico de pobreza evangélica en nuestro estilo de vida y en nuestras estructuras eclesiales, tal cual como él lo dio. ésta es la fundamentación que nos compromete en una opción evangélica y preferencial por los pobres, firme e irrevocable pero no exclusiva ni excluyente, tan solemnemente afirmada en las Conferencias de Medellín y Puebla. Bajo la luz de esta opción preferencial, a ejemplo de Jesús, nos inspiramos para toda acción evangelizadora comunitaria y personal (cf. SRS 42; Rmi 14; Juan Pablo II, Discurso inaugural, 16). Con el «potencial evangelizador de los pobres» (DP 1147), la Iglesia pobre quiere impulsar la evangelización de nuestras comunidades. Descubrir en los rostros sufrientes de los pobres el rostro del Señor (cf. Mt 25, 31 -46) es algo que desafía a todos los cristianos a una profunda conversión personal y eclesial. En la fe encontramos los rostros desfigurados por el hambre, consecuencia de la inflación, de la deuda externa y de injusticias sociales; los rostros desilusionados por los políticos, que prometen pero no cumplen; los rostros humillados a causa de su propia cultura, que no es respetada y es incluso despreciada; los rostros aterrorizados por la violencia diaria e indiscriminada; los rostros angustiados de los menores abandonados que caminan por nuestras calles y duermen bajo nuestros puentes; los rostros sufridos de las mujeres humilladas y postergadas; los rostros cansados de los migrantes, que no encuentran digna acogida; los rostros envejecidos por el tiempo y el trabajo de los que no tienen lo mínimo para sobrevivir dignamente (cf. CELAM, «Documento de trabajo», 163). El amor misericordioso es también volverse a los que se encuentran en carencia espiritual, moral, social y cultural. (Santo Domingo, Conclusiones 178)

El problema de la deuda externa no es sólo, ni principalmente, económico, sino humano, porque lleva a un empobrecimiento cada vez mayor e impide el desarrollo y retarda la promoción de los más pobres. Nos preguntamos por su validez cuando por su pago peligra seriamente la sobrevivencia de los pueblos, cuando la misma población no ha sido consultada antes de contraer la deuda, y cuando ésta ha sido usada para fines no siempre lícitos. Por eso, como pastores hacemos nuestra la preocupación de Juan Pablo II cuando afirma que «es necesario encontrar modalidades de reducción, dilación o extinción de la deuda, compatibles con el derecho fundamental de los pueblos a la subsistencia y al progreso» (CA 35). (Santo Domingo, Conclusiones 197)

Los años ochenta se han caracterizado por el flagelo de la inflación aumentado por el déficit fiscal, el peso de la deuda externa y el desorden monetario, la destrucción de las economías estatales por la pérdida de recursos fiscales, la inflación y la corrupción, la caída de las inversiones tanto nacionales como extranjeras, entre otros fenómenos. (Santo Domingo, Conclusiones 198)