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III. Lineamientos de formación agustiniana en América Latina A. Lineamientos Generales: 1. Proceso dinámico: La formación debe basarse no en un modelo fijo y estático aplicable por igual a todos los formandos; debe ser más bien un proceso dinámico y flexible que responda al momento evolutivo de cada persona. Cada ser humano es un proyecto que ha de estar abierto a continua reflexión y evaluación, debiendo ser rmodelando de acuerdo a las urgencias, desafíos y experiencias. 2. Encarnación: la formación debe ser encarnada, es decir, ha de estar estrechamente relacionada con el medio ambiente histórico en el cual se desenvuelve, con los problemas de la sociedad, los afanes y las angustias de los hombres. 3. Discernimiento: La formación ha de capacitar para un análisis crítico de la realidad en la que la acción del Espíritu de Dios va con frecuencia entremezclada con sombras, contravalores, confusiones y resistencias que es preciso discernir en todo momento. 4. Responsabilidad: La formación ha de llevar al formando a descubrirse como sujeto reponsable autodeterminante de sus propias opciones, participando y asumiendo las decisiones de todo aquello que compromete su vida y su futuro. 5. La formación específicamente agustiniana conlleva un educar para la solidariedad y fraternidad comunitaria, esto es, para:
6. La formación en y para la comunidad supone una apertura al sentido más amplio de la Orden agustiniana y de la Iglesia. 7. Autoridad animadora: Los formadores, más que autoridad impositiva, han de ser compañeros de búsqueda que comparten la misma experiencia comunitaria y que están comprometidos con ella. De esta manera, los formadores han de sentirse también educados en cuanto que se enriquecen personalmente con los valores vivenciados en la vida comunitaria. 8. Libertad - autenticidad: La formación agustiniana apunta a un hombre que actúa "no bajo el peso de la ley, sino libre por la acción interna de la gracia". Estimula, por ello, la libertad y autenticidad personales a fin de que cada formando desarrolle y exprese al modo propio, sus capacidades y valores específicos, en solidaridad comunitaria y al servicio del Reino de Dios entre los hombres. En otras palabras, la formación agustiniana busca construir la unidad comunitaria sin asfixiar la variedad de las personas que la integran. 9. Interioridad: La formación para la comunidad implica paralelamente un desarrollo de la interioridad, es decir, una madurez y consistencia personales que capaciten al formando para una solidaridad abierta y comprometida con los otros, sin una dependencia emocional y afectiva de los mismos. 10. Búsqueda incesante: La formación agustiniana ha de basarse en la búsqueda incesante de la verdad: Dios-Hombre-Mundo, sin dogmatismos estáticos, en un proceso dinámico de "buscar para encontrar y encontrar para seguir buscando," desde una perspectiva intelectual, histórica y existencial. 11. Alegría de la vocación: Formadores y formandos avanzan juntos hacia la vivencia plena de los valores del Reino. Ello implica inevitables renunucias, generosa entrega y muerte a sí mismo. Estas, sin embargo, sólo adquieren su sentido en la alegría personal de la propia vocación. La formación, en consecuencia, noha de imponer al formando sacrificio sin la referencia expresa a los grandes valores que están en juego. 12. Fuentes: La formación para la vida agustiniana se enriquece ante todo en la fuente misma de la Palabra de Dios, en la doctrina viva de San Agustín, en la larga experiencia histórica de santidad y entrega de tantos hermanos nuestros, en la vida litúrgica -- expresión suprema de la Comunión -- en la oración comunitaria constante y en la apertura a las interpelaciones de nuestra realidad. B. Hacia una Formación Integral Agustiniana en América Latina 1) Antropología agustiniana La idea central en la definición agustiniana de hombre es que éste es un "ser levantado del pecado y elevado a la dignidad de la divinidad adoptiva por la gracia." Los rasgos principales de este hombre agustiniano son los siguientes: i) Inquieto: Buscador de la verdad en la vivencia fraterna de la caridad. ii) Interiorizado: a la escucha del Maestro Interior. iii) Humanamente integrado: comprendiendo las dimensiones afectivas, sexual, psicológica, social. iv) Transcendente: viviendo su alteridad encuentra en los otros el rostro de Dios y plenifica su personalidad en la fraternidad comunitaria y universal. v) Profético: con lucidez crítica para anunciar la Buena Nueva y denunciar mecanismos, intereses y grupos de opresión que niegan la verdad. vi) Solidario: Junto a los caídos para liberarlos, atento a apoyarlos aún a riesgo de la propia vida. vii) Comprometido: concretizando el ideal del Reino en la transformación de la realidad. viii) Libre: viviendo sin esquemas impuestos, creando nuevas formas de vida, libre hasta de si msimo (de la lógica del egoísmo) y disponible para los otros (lógica del amor). ix) Contemplativo y jovial: sin perder el sentido de la gratuidad y de la fiesta, en convivencia fraterna, despojado de corazón, retirado para interiorización. x) Utópico: Encarnando la esperanza escatológica en esperanzas históricas.
2. Relación formador-formando (Que todos sean uno) i) Estos principios, marcados por la figura de San Agustín, inspiran nuestro ideal de formación, convocándonos a vivirlos en comunidad en la medida de nuestras posibilidades, ayundándonos mutuamente "en unidad de alma y de corazón". ii) Somos conscientes de que queremos vivir este ideal como proceso. Todo esto significa para nosotros el deseo profundo de todo agustino y, al mismo tiempo, el ideal que anhelamos presentar a todos aquellos que aspiran a seguir comunitariamente los pasos de nuestro Padre. iii) Así mismo, somos conscientes de que cada formando tiene su propio ritmo e intensidad en la vivencia de cada etapa de la vida religiosa o de cada momento de la formación, diferencias que es preciso comprender, aceptar y acompañar. iv) La relación formador-formando se basa en la práctica concreta de este ideal que, insistimos, queremos vivir como proceso, como meta que nos orienta, nos desacomoda, nos deja en tensión concreta en la lucha por la utopía. v) En este mismo proceso, el formador agustino, que de alguna forma ya experimenta este ideal de vida, necesita momentos concretos de confrontación personal y comunitaria para mejorar esta relación. vi) La situación de formador no puede significar, en ningún caso, privilegio material en relación a los formandos. vii) Consideramos que el formador agustino no puede ni debe creerse esencialmente superior al formando, sino sentirse como alguien que ya caminó comunitariamente antes que él y se sabe, como un hermano mayor, dispuesto a ayudar, a enseñar y al mismo tiempo a ser ayudado y enseñado. viii) Consideramos que el formador agustino no puede ni debe creerse esencialmente superior al formando, sino sentirse como alguien que ya caminó comunitariamente antes que él y se sabe, como un hermano mayor, dispuesto a ayudar, a enseñar y al mismo tiempo a ser ayudado y enseñado. |